1.- Ha entrado agosto como un obús, con prólogo de muerte en Galicia y sin brotes verdes que contar, a pesar de los esfuerzos de los que tienen que contar esas cosas. Me parece inmoral que con la que está cayendo los bancos alardeen de sus grandes beneficios, cuando no conceden créditos y dejan que la gente, sobre todo los empresarios, se mueran de asco. Yo he acabado odiando a los bancos y cabreándome cuando me cobran un euro de más de comisión. Pero es que el Gobierno es peor, porque lo permite. Los bancos han ido tejiendo una terrible ladroniza, en forma de tela de araña, que atrapa a todo el mundo, más a los incautos y sumisos que no protestan por nada, sino que todo lo dan por bueno. Alguien muy cercano a mí lleva pagando dos años, sin rechistar, recibos de ciento y pico euros de una iguala de abogados que nunca contrató y en cuyos recibos no figura su NIF. Y el banco los paga, no dice nada y cuando pasa un cierto tiempo asegura que no los puede devolver, porque el cliente no reclamó a tiempo. Pero, ¿qué pasa? ¿Que no nos podemos fiar de los bancos, que nunca se equivocan sino a su favor?

Al final sólo quedarán tres o cuatro entidades de crédito. La Caixa va a comprar el Popular, o eso dicen, para engordar más sus ambiciones, y el Santander y el Bilbao se han puesto a decir que han ganado más que nadie, mientras el país se muere de hambre. ¿Vamos a llamar a esto riqueza distributiva? ¿Qué opinan sicólogos, sociólogos y economistas de estos alardes brutales de la banca ante una ciudadanía que tirita? ¿No les da vergüenza a Botín y a González hablar de esa forma? Yo veo a esos tipos con corbata, sudando como patos en pleno verano, que comentan los resultados de sus entidades en las mesas de los bares; son los bancarios, con el entusiasmo contagiado de los banqueros. Desgraciados que ganan mil y pico euros al mes y que se creen los reyes del mambo, sin darse cuenta de que sólo unos pocos se hacen ricos en sus empresas especulativas y roñosas. Muy ricos. Quítense esas corbatas, muchachos, y alinéense con el débil y no con los del puro.

3.- Tal y como está el país, hacer esos alardes de beneficios me parece una brutalidad y un ejercicio de lujuria dineraria. Los bancos se han hecho antipáticos, ya no hay gente amable -con sus excepciones- sino horribles máquinas que te tragan el dinero con voracidad, casi arrancándotelo de la mano, cuando vas a hacer un ingreso. Se acabó la chica sonriente de la ventanilla que te alegraba el día. A Botín se le ha puesto cara de viejo carrucho y el otro está petudo por el peso de la buchaca. Qué asco.

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