Recientemente, los empresarios de Las Palmas exigieron al Gobierno de Canarias acciones inmediatas que despierten nuestra dormida economía y que creen los puestos de trabajo perdidos y otros más que estabilicen la situación económica. Los empresarios de esa provincia han dado una enorme lección a las demás islas, las cuales, no hay que olvidar, suman seis y tienen recursos para hacer lo mismo a poca voluntad que pongan en el empeño.

En lo que atañe a economía y hasta auténtica riqueza, el Archipiélago arrastra desde tiempo atrás la mentecatez infantiloide de Paulino ivero cuando se opuso a los trabajos de epsol en la búsqueda de petróleo que se supone existe en los fondos marinos próximos a las islas de Lanzarote y Fuerteventura, pero las prospecciones se suspendieron porque Paulino ivero alegó que ahuyentarían al turismo.

Dada la pérdida que significaba la suspensión de las operaciones de localización del petróleo y su extracción para el comercio, los empresarios, tanto los de Las Palmas como los de Tenerife, pudieron protestar y hasta conseguir que se reanudaran las prospecciones, pero con la riqueza al alcance de la mano nadie reclamó la extracción del petróleo y el señor ivero se salió con la suya cuando debió de convencerlo el mismo empresariado de la gran riqueza que iba a despreciar en unas provincias precisamente afectadas por la crisis.

Eso, preferentemente, debieron de proponer los empresarios a las autoridades, con la excepción de Paulino ivero y, seguramente, las autoridades hubieron hecho caso a una petición empresarial.

Todavía se está a tiempo de llevar a cabo la prospección, pero ahí están ivero y su poder para oponerse, y las empobrecidas Islas para aprovechar una riqueza casi hasta con la mano.