¿Hasta cuándo vamos a tener que seguir soportando las estupideces de un Gobierno presidido por un necio político? Ayer titulábamos en nuestra primera página que un ingeniero de caminos, dedicado desde hace muchos años a la dirección de obras hidráulicas en Canarias, ha sido apartado de sus funciones y trasladado a la Consejería de Hacienda, en la que carece de cualquier cometido útil. ¿Quién le paga el sueldo a ese funcionario? ¿El consejero de Agricultura, Juan Ramón Hernández, o todos los canarios con los impuestos que nos sacan del bolsillo a latigazos, tanto la abusadora Hacienda española como la no menos rapiñadora Hacienda canaria? ¿Piensa Paulino Rivero, en el colmo de su necedad política, que él y sus secuaces son los dueños de vidas y haciendas en estas Islas?

Queremos aprovechar este comentario de hoy para hacer un llamamiento al pueblo canario. A un pueblo que siempre ha sido noble y trabajador, pues no en vano ha triunfado allá donde tuvo que emigrar en los tiempos de la diáspora. A un pueblo que, por culpa del colonialismo y de Paulino Rivero, está en la más negra de las miserias. Porque los canarios pasan hambre, y se mueren en las listas de espera sanitaria, y tienen que emigrar como lo hacían en los malaventurados tiempos de la citada diáspora. Más aún: muchos son los habitantes de estas Islas que se ven obligados, con el corazón roto por el dolor, a enviar a sus hijos a la escuela sin haber desayunado porque no tienen con qué alimentarlos. Mientras tanto, Paulino Rivero y sus compinches políticos, cómodamente instalados en sus mansiones -en las que nunca pasan hambre-, cierran los comedores escolares porque no tienen dinero. No tienen dinero porque lo dilapidan en mantener abierta la Televisión Canaria, la Policía Canaria -un cuerpo de opereta e inservible mientras no seamos una nación soberana-, el Parlamento de Canarias -una institución muy digna que han emporcado unos pocos bolsilleros políticos- y hasta dos periódicos a los que subvencionan con el dinero de los impuestos que pagamos desde esta Casa haciendo enormes sacrificios, porque la crisis también nos afecta a nosotros.

Queremos pedirle al pueblo canario que salga de sus casas y se eche a la calle. Que lo haga pacíficamente, pero que lo haga porque la situación es insoportable. No queremos que corra la sangre, pero mucho nos tememos que habrá violencia si Paulino Rivero no dimite y se marcha de las Islas inmediatamente. Debe ir directamente desde la Presidencia del Gobierno hasta el aeropuerto sin pasar por su domicilio para recoger sus cosas. Ya se las enviarán esos familiares suyos a los que tanto favorece. Es un crimen que quienes se estén marchando sean nuestros jóvenes. Personas valiosas e ilusionadas que, desde tan temprana etapa de su vida, se ven privados de la luminosidad y los paisajes de su tierra porque han de ir a buscar el sustento a países lejanos. Todo por culpa del colonialismo español y de un partido que nos engañó a todos haciéndonos pensar sus miembros que eran nacionalistas.

Hay que salir a la calle. Quedarnos de brazos cruzados frente a la tiranía que está estableciendo Rivero supone que nos convertimos en cómplices. Es decir, nos hacemos tan culpables como él. Levántate contra la opresión, pueblo canario. No aceptes con resignación las cadenas que te han impuesto desde hace casi seis siglos los conquistadores de estas Islas. Tus antepasados eran libres porque libres, y en libertad, los creó Dios. ¿Qué derecho tiene un hombre de privar a otro de su libertad? ¿Qué derecho tiene un pueblo a colonizar a otro para esclavizarlo y, encima, apoderarse de sus riquezas? No puedes tolerar, canario, que sigan los desmanes. No poder dormir tranquilo sabiendo que los españoles explotan tus recursos y se llevan tus riquezas, mientras tus hijos pasan hambre. ¿Qué le debemos a España para seguir unidos a ese país? ¿Qué le debemos a Rivero para seguir soportándolo como presidente?

O reaccionamos, o acabamos en manos de Marruecos. No estaremos peor en manos marroquíes de lo que estamos actualmente, porque lo que nos esquilma el Gobierno de Madrid es mucho. Sin embargo, no queremos ser marroquíes, y mucho menos españoles, sino canarios deseosos de vivir en libertad, con su identidad y su dignidad.