Añaza es un barrio de Santa Cruz de Tenerife que se encuentra en el suroeste del municipio, en el Distrito Suroeste. Volvimos a Añaza para hablar con Luis Celso. El histórico dirigente vecinal preside la Asociación de Vecinos 8 de Marzo, uno de los dos corazones del barrio. El otro es la iglesia. El párroco, Pepe el cura, es un sacerdote muy especial, involucrado con la gente a tope. Su última ocurrencia, un huerto urbano que ocupa y da de comer a más de cincuenta familias. Luis Celso y Pepe el cura son dos personajes de Añaza. Las malas lenguas dicen que no se llevan, pero ambos trabajan sin descanso por la gente, cada uno a su manera. Luis Celso nos da su visión del barrio, sus carencias, el problema de la vivienda, etc. Habla sin parar porque conoce el tema, le apasiona. Propone que se cedan los locales públicos vacíos a las familias del barrio para que monten un negocio. Una gran idea. Se queja de los muchos pisos vacíos de protección oficial, a pesar de la inhumana lista de familias que esperan una casa. Hay que hacer algo. No puede ser que haya tantas casas vacías y tanta gente sin casa. Algo falla. Quedamos la próxima semana en el Parlamento para analizar el problema y buscar una solución. Nos acompaña a casa de Margarita, una señora de 87 años que necesita urgentemente que le adapten el baño. Nos recibió con una enorme sonrisa de gratitud. Dos vecinas voluntarias la ayudan desinteresadamente. Un ejemplo de solidaridad. Luis nos obliga a pasar por la otra asociación, la de mayores, para que no digan que no los visitamos, dice de broma. Vamos encantados. Hablamos con su presidente, Andrés, que nos recibe amablemente, como siempre. Bajamos a la iglesia ya sin Luis, un agnóstico convencido, que aún recuerda orgulloso cuando La Pasionaria le dio un beso. Pepe el cura y Luis Celso son las dos caras opuestas de la misma moneda de solidaridad y servicio a los demás, aunque ellos no lo saben. Lo que ha hecho Pepe el cura en Añaza es también encomiable. El padre Pepe no se ha limitado, desde que llegó a Añaza, a dar misa sino que se metió a fondo para ayudar a la gente. Su último proyecto, un huerto urbano. Más de cincuenta familias plantan e intercambian luego los productos que recogen, en una especie de mercado de trueque. La cosa va tan bien que está pensando en abrir un mercadillo para que puedan vender los excedentes. Impresionante. Saludamos a Domingo, un empresario ejemplar, que debe de ser el único que no se queja de cómo le van las cosas. El trabajo y el optimismo son dos condiciones necesarias para superar la crisis, que pasará, como todo. Antes de irnos, pasamos a ver a Toño y a sus niños de la murga infantil Los Revoltosos. Lo encontramos charlando con unas vecinas, por fuera de la murga. La murga es la prolongación de su casa, una gran familia. Toño nos vacila. Nos echa en cara que lo dejamos para el final. Alguien dijo: los últimos serán los primeros. Toño ha ido arreglando poco a poco los locales de la murga, que ya no se parecen. Recuerdo la primera vez que los visité. No tenían baño, y los cincuenta niños y niñas iban al de su casa, en el portal de al lado. Se quejaba amargamente de que todos los políticos que pasaban por allí, siempre en elecciones, le prometían ayudarlo y después se olvidaban. Les llevamos una taza y él la montó. Toño, su mujer y su hija hacen una labor social en el barrio digna de admirar. Todos los políticos no somos iguales.

*Abogado, economista, MBA, diputado en el Parlamento de Canarias, presidente federal del CCN y candidato a la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife en 2015 @ignaciogonsan