1.- Pasan tantas cosas en este país que el nivel de lo noticiable se ha ido elevando; y, entonces, cuando lees u oyes las noticias, parece que no ocurre nada, que todo se vuelve plano. Además, como creo que les he dicho, ahora no se informa sino de asuntos judiciales, con lo cual los medios de difusión, a mí por lo menos, que soy del gremio, me aburren poderosamente. Y eso que contribuyo a que subsistan, de una manera modesta pero contumaz. El mundo español gira en torno a media docena de noticias que hacen variaciones sobre el mismo tema, que marean la perdiz. Y, de vez en cuando, alguna querella contra un famoso, por parte de Hacienda, pone la nota de gracia a la cosa; ahora a le busca las vueltas la Agencia Tributaria, entre sospechas de evasiones a paraísos fiscales, incluido el Uruguay, guay. Yo, en mi modestia, una vez publiqué un artículo sobre Uruguay y sobre las posibilidades de invertir en ese país y me investigaron. Ahí lo pueden leer, en el sumario de Las Teresitas. Y es que hay gente muy disparatada. Incluso tenía -y creo que tengo- una caja de seguridad en la antigua CajaCanarias, en la que metía lo poco que poseía, cuando me iba de viaje. Me llegó el rumor de que la iban a abrir y metí dentro, y aún debe estar allí, una figurita con el tipo acuclillado del portal de Belén, que es un invento catalán llamado caganer. Lleva ahí años.

2.- Mi azarosa vida merece ser contada; y lo he hecho. Lo hago aquí todos los días y en los tomos de memorias publicados: "Recuerdos en blanco y negro", "Islas de locos", "Canarias en las urnas: lo que nunca se supo", etcétera, además de miles y miles de artículos, más de 30.000 desde 1970, que ya he hecho el cálculo casi exacto. Pero siempre me queda algo que contar porque esto del periodismo, aunque sea el periodismo plano, es inagotable. Además, como el papel te da pie a idealizar lo cotidiano y elevarlo a notorio -no sé si fue García Márquez el que dijo que la historia no es como ocurrió, sino como la contamos-, pues uno hasta disfruta sacándolo todo al fresco.

3.- Y un apunte que no tiene nada que ver con lo anterior. Ahora está de moda la gastronomía mediática de Guía Michelín. Yo voy a ser más sencillo. Mi amiga Cathaysa Romero Real, la jefa de "El Pole", me ha preparado una timba de galleta maría con queso blanco y dulce membrillo que quita el hipo. Con postres así, que se aparten los reposteros franceses. La timba la comí yo, por primera vez, en "La Cuevita", al lado del Puente de Hierro, al que algunos llaman de Alfonso XIII, en Santa Úrsula. Era un espectáculo.

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