Queremos comenzar este editorial justo donde dejamos nuestro comentario de ayer: en la imposibilidad de que Paulino Rivero continúe presidiendo el Gobierno de Canarias después de las elecciones de 2015. Incluso el hecho de que no dimita antes y siga cometiendo tropelías en lo que queda de legislatura nos parece gravísimo. Hemos cruzado muchas líneas rojas en lo que respecta a nuestra situación económica y social. ¿Estamos ya en la zona de no retorno? Es decir, ¿estamos ya condenados irremediablemente a ser un país del Tercer Mundo para siempre? Preferimos pensar que no. Un tenue hilo de esperanza, porque la esperanza es lo último que se pierde, nos impulsa a pensar que aún estamos a tiempo de salvarnos. Sin embargo, ninguna salvación es posible si seguimos haciendo lo mismo que hasta ahora, pues eso solo nos llevaría a hundirnos todavía más. Como escribía recientemente uno de nuestros articulistas, no se sale del pozo cavando en el fondo, sino trepando por las paredes.

Hemos de trepar cuanto antes hacia nuestra independencia. No hay otro camino de futuro que constituirnos en una nación soberana, por mucho que los españolistas, los "españolistos", los amantes de la españolidad y los fieles a España sigan diciéndonos que no podemos subsistir solos. Mentira. Manifestamos una vez más que es España la que se beneficia de la situación colonial de Canarias y no al revés. Nada le debemos los canarios a un país que lleva seis siglos esclavizándonos, antes con cadenas y con el miedo al látigo y a la Santa Inquisición, y ahora con sus oficinas recaudadoras de Hacienda. Antes eran los galeones los que llevaban hasta la Península el oro, la plata y las especias arrancadas a latigazos de los territorios arrasados por la rapiña española. Ahora no hay galeones, pero están las oficinas de la Hacienda peninsular. Una forma más sofisticada, pero también más eficaz, de empobrecer a un pueblo hasta arrojarlo a la inanición, la enfermad e inclusive el exterminio.

Muchas veces nos hemos referido a las razones históricas para que los canarios recuperemos la libertad que les fue arrebatada a nuestros antepasados. Canarias fue la primera colonia de Europa y va camino de convertirse en la última después de Gibraltar, aunque en el caso del peñón existió, y sigue existiendo, un tratado internacional firmado por ambas partes. Una opción que jamás tuvieron los primitivos habitantes de estas Islas, ocupadas por la fuerza de las armas durante una conquista que supuso un auténtico genocidio.

La segunda razón para independizarnos es geográfica. Estamos a 1.400 kilómetros de las costas españolas y a 2.000 de la capital de la Metrópoli. Estamos en otro continente, que es África y no Europa. Somos un archipiélago costero africano, pues apenas nos separan cien kilómetros de Marruecos; un país que puede reclamar la posesión de nuestras Islas cuando le plazca ya que estamos en su Zona Económica Exclusiva. Esto supone una urgencia añadida para convertirnos en una nación con su Estado, pues solo de esa forma podemos garantizar que en el momento menos pensado no dejemos de ser españoles para transformarnos en marroquíes. ¿Nos iría peor con Marruecos que con España? Posiblemente no. Esto lo hemos comentado en numerosas ocasiones. No obstante, nuestra aspiración no es vestirnos con chilaba por mucho que respetemos a los vecinos marroquíes y sus costumbres, sino recuperar nuestra condición de canarios libres. ueremos ser personas que vivan con libertad, con identidad y con dignidad. Tres conceptos relacionados, pues no podremos decir que somos canarios mientras permanezcamos uncidos a España por el yugo colonial. Nos obligan a poner en nuestros documentos de identidad la falsedad de que somos españoles, lo cual es indigno. En definitiva, la dignidad requiere la identidad, y no hay identidad sin libertad.

La tercera razón para alcanzar cuanto antes la condición de nación soberana es nuestra situación económica. Un asunto de tanta trascendencia, que queremos dedicarle la mayor parte del espacio que nos queda en este editorial. España no va a levantar cabeza en los próximos años. Los esfuerzos del Gobierno del PP no están corrigiendo los desastres engendrados durante las dos legislaturas de Zapatero. El presidente socialista no engañaba a nadie cuando acudía a los foros europeos y mundiales, ya que todos conocían sus desbarres. Al único que consiguió timar fue a Paulino Rivero con los 25.000 millones de euros -de los que jamás se ha visto un céntimo- y con las aguas canarias, o aguas paulinas, que han sido una de las mayores tomaduras de pelo en la historia universal de la política.

Lamentamos que España vaya mal porque las crisis de los países no las padecen en primera persona los dirigentes y los poderosos, sino el pueblo llano. Nos solidarizamos con el pueblo español, pero todos y cada uno de los españoles que sean buenas personas deben comprender que queremos seguir nuestro propio camino porque es eso, y no la actual esclavitud colonial, lo que nos corresponde. Existe una buena disposición, pensamos que por ambas partes, para que nuestras relaciones resulten armoniosas en el futuro. Hablamos una lengua común y poseemos una cultura en muchos aspectos similar, pero Canarias no es España ni, consecuentemente, los canarios son españoles.

Cuanto antes entiendan esta verdad indiscutible los gobernantes españoles, más fácil será llegar a acuerdos para la descolonización. El primero de ellos es constituir una comisión mixta para el traspaso de poderes. Luego, en un plazo no muy largo, la bandera española ha de ser arriada de Canarias, con todos los respetos que merece la enseña de una nación -aunque haya sido la nación que nos ha estado colonizando durante casi 600 años-, y en su lugar será izada la bandera canaria; la de las siete estrellas verdes, no la de los perros que lamen la corona.

Solo entonces, entiéndanlo bien los canarios españolistas que quieren perpetuar su masoquista condición de colonos explotados, empezaremos a salir de la crisis. Solo entonces desaparecerán las colas del hambre y los niños volverán a ir la escuela después de desayunar en sus casas. Solamente entonces menguarán las listas de espera sanitaria y cesarán los decesos de las personas a las que se les acaba la vida antes de que les toque el turno de ser atendidas. Únicamente entonces cesará la sangría social que nos supone la emigración de nuestros jóvenes; de aquellos que tanto esfuerzo han tenido que hacer para formarse.

Poseemos recursos suficientes para vivir con el nivel de vida que corresponde a los países más avanzados del planeta. Recursos, tanto los actuales como los potenciales, a los que hemos de sumar nuestra privilegiada posición geoestratégica. Estamos entre tres continentes. Si los dragones asiáticos lo han conseguido, ¿por qué no podemos lograrlo nosotros? Los canarios, también esto lo hemos subrayado en repetidas ocasiones, han dado muestras de laboriosidad en todos los lugares del mundo al que han tenido que emigrar. Con libertad de acción, nuestro pueblo es capaz de los mayores logros. Si hay casi 400.000 parados en estas Islas, si hay de 30.000 a 45.000 personas en las listas de espera sanitaria, si hay que abrir los colegios en verano para que muchos niños puedan comer, es porque España se lleva nuestras riquezas y porque no tenemos un Gobierno regional capaz de afrontar los graves problemas que nos afectan.

Por no tener, carecemos también de un nacionalismo auténtico que acelere el proceso de emancipación nacional. Hay patriotas en Coalición Canaria, no nos cansamos de decirlo, pero también abundan los bolsilleros políticos sin otras miras que su bienestar. ¿Y Paulino Rivero? ¿ué podemos decir de este hombre políticamente incapacitado para ejercer la presidencia de Canarias que no hayamos dicho anteriormente? Volviendo al inicio de este editorial, nos aterra que siga en ese cargo hasta 2015, pero sería catastrófico que continuase otra legislatura más porque entonces sí que no habría esperanza alguna para Canarias.