Raquel Welch y Ágata Lys me han inducido-seducido e inspirado durante un montón de años. Hasta que llegó ella. Es perfecta. Pluscuamperfecta. La parte que se ve... imposible de mejorar. La que se intuye... imagínela usted. Y la otra parte, la que acabo de conocer, me deslumbra hasta el punto de eclipsar las otras dos. Es un ángel.

El miedo es el tributo que hemos de pagar por nuestros privilegios. Como escribe Mower, "nuestra desarrollada propensión a ser previsores y a sentir ansiedad probablemente da origen a muchas de nuestras virtudes, pero también da razón de alguno de nuestros fallos más evidentes".

La inteligencia libera y a la vez entrampa. Nos permite anticipar lo que va a suceder ?información útil para sobrevivir?, pero puede pasarse de rosca y provocar esas patologías de la anticipación que tan bien conocen los psiquiatras. Vivimos entre el recuerdo y la imaginación, entre fantasmas del pasado y fantasmas del futuro, reavivando peligros viejos e inventando amenazas nuevas, confundiendo realidad e irrealidad, es decir, hechos un lío.

Para colmo de males, no nos basta con sentir temor, sino que reflexionamos sobre el temor sentido, con lo que acabamos teniendo miedo al miedo, un miedo maligno, un miedo sin fronteras.

El miedo pertenece al sistema defensivo de la naturaleza. En el fondo, como perpetuos y eternamente jóvenes enemigos, están el sufrimiento y la muerte. La lucha por la vida nos conduce a mejorar nuestros sistemas de defensa, pero a la vez se produce una sofisticación paralela de las técnicas de los depredadores para superarlos. Vivimos en lucha, dicen los biólogos, en lucha por la vida. A la vista está que vivir no es un quehacer tranquilo.

El miedo es un sentimiento, y todos los sentimientos tienen unos rasgos comunes. Nos dicen cómo nos están yendo las cosas. El modo como nuestros deseos o expectativas se comportan al chocar con la realidad. Si nuestras esperanzas no se cumplen, nos sentimos frustrados o decepcionados. Si hemos perdido aquello en que poníamos nuestra dicha, nos sentimos tristes o, en casos extremos, desesperados. Si surge un obstáculo que nos impide la culminación de nuestro propósito, experimentamos un sentimiento de furia, que nos impulsa a ir contra el impedimento.

Pues bien, si percibimos un peligro que amenaza nuestros deseos, lo vivimos como miedo. Muchos de nuestros miedos tienen difícil explicación, porque no sabemos de dónde proceden ni su sentido. Pero cuando el miedo es "objetivamente" comprensible, cuando el enemigo acecha sin apenas esconderse tenemos que reaccionar.

Ella lo ha hecho. Angelina Jolie, la criatura perfecta, se somete a una mastectomía doble para combatir el cáncer de mama. La historia de su madre, que murió de cáncer a los cincuenta y seis años tras otros siete de lucha, ha tenido mucho que ver.

Al hacer pública su historia acerca de la forma en la que lidió con el alto riesgo de desarrollar cáncer de mama, ha brindado un auténtico servicio a las mujeres de todo el mundo. No podemos olvidar que su carrera está ligada a su apariencia. Cuesta imaginarse esa lucha entre miedos.

El miedo a convivir con el miedo. El miedo a la operación, al dolor, a la incertidumbre de no volver a ser la que era. Parece que lo ha tenido claro. Tiene que ser muy jodido vivir con la espada de Damocles sobre la cabeza. El 87 por ciento de posibilidades de contraer el cáncer es mucha amenaza. Miedo y felicidad nunca caminarán juntos. Sólo hay que tenerlo claro. Y ser muy valiente. Nos has dado una lección de vida. Otra más.

Feliz domingo.

PD. Cuando nada malo se espera y llega lo peor, el dolor es aún más fuerte porque se rodea de impotencia. Algunos lo sabemos bien. Ruth perdió a su padre cuando nada lo anunciaba. Ánimo y fuerza, mi niña. Él siempre estará cerca.

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