Cuanto más se observa el panorama social, cultural, económico, que empieza a rodearnos, más nos podemos sorprender. En ocasiones, nuestra capacidad de encaje queda desbordada completamente; la cambiante realidad nos supera tanto, y en todos los sentidos, que a veces nos parecerá que hemos perdido el norte; y en el camino hacia la modernidad nos reiremos de una curiosa casualidad como que el presidente del Banco Central de Chipre se llame Panikos Dimitriadis -Mamma mía estaba predestinado-, hasta llegar a topar en ocasiones con dimensiones de escándalo, como con lo de Barcenas o los EREs, o de barbaridad en lo que sinceramente por lo menos por mi parte aparece como un claro reflejo de que nos hemos vuelto medio majaretas o trastornados. Es el imperio de los bancos y del desecho, del egoísmo, del desempleo, de la vulgaridad, del odio, de la violencia, del acoso, de la estupidez, con la ausencia marcada de tolerancia o sentido común.

En temas concretos y determinados es evidente que, y no creo que nadie pueda discutirlo, estamos como autenticas cabras. No hay más que ver la tele, Gran Hermano, Falete tirándose de un trampolín o veinte mil personas hablando a la vez de chorradas. Por ejemplo en Sálvame o Futboleros.

Analicen por favor en frío si esta noticia no es como para remover los muelles en los que pueden descansar nuestras percepciones: "La Guardia Civil se ha incautado en Tenerife de 50 cucarachas silbadoras de Madagascar vivas. Animales que se vendían en plena calle para ser usados como mascotas o como joyas vivientes. Una excéntrica moda que ha llegado a Europa desde Latinoamérica y que consiste en adosar con un pequeño imperdible piedras preciosas a las cucas para lucirlas en la solapa"

¿Será posible?, aunque pensándolo bien es menos peligroso que si te pones un loro en el hombro porque al fin y al cabo el pájaro te puede picar un ojo y la cuca es inofensiva. Eso sí, tiene que dar grima. Suponte que se te mete por el cuerpo, ¡foh, que asco!

Según descubro ahora, estas cucas hace tiempo se habían convertido en un insecto popular en las películas de Hollywood; por ejemplo, en la famosa "Men in black" (hombres de negro), ocupando un papel destacado en otras muchas como "Bug" (El bicho), con cucarachas que podían producir incendios frotándose mutuamente las patas, o en "Damnation Alley" (Callejón mortal), con esta especie mutante blindada y asesina, tras una guerra nuclear. También, en "Team America: World police" (Team América: la policía del mundo) en la que una gigante emerge del cuerpo de Kim Jong y tras su muerte, entra en una diminuta nave espacial y se marcha volando. Hay otra, "They nest (2000)" (Están dentro) en la que aparecen representando al "insecto armadillo de África" en una forma mortal para el ser humano. También se han usado como cucaracha conductora de un robot móvil en la serie de telerrealidad "Fear Factor". En septiembre de 2006, el parque recreativo Six Flags Great América anunció que garantizaría privilegios ilimitados de uso de sus atracciones para todo aquel que pudiese comerse una cucaracha gigante de Madagascar viva como parte de un Festival del Miedo (FrightFest) basado en Haloween. Además, si un participante se las arreglaba para batir el récord anterior (comiéndose 36 cucarachas en 1 minuto), éste recibiría pases de temporada para cuatro personas durante la temporada de 2007, tratándose de una marca difícil de romper, ya que crudas contienen una débil neurotoxina que entumece la boca y hace difícil tragarlas.

¿Nos estamos volviendo locos o no? Los animalitos alcanzan una longitud de 5 a 7,6 cm en la madurez; sin alas pueden trepar por cristales verticales y son conocidos por silbadores o siseantes de Madagascar (Gromphadorhina portentosa), dado que cuentan con una increíble capacidad para forzar el aire a través de los poros respiratorios (espiráculos) localizados en su abdomen y son oriundos de la mayor isla de África, la segunda es Socotora y la tercera Tenerife.

Y aquí andaban por la calle las cincuenta cucarachas silbadoras de Madagascar cuando paso un apuesto tranvía. Ellas se enamoraron, ellos llegaron a la conclusión de que nada podían hacer contra semejante criatura, era el macho -o la hembra- alfa, la consecución máxima de su especie. Todos querían aparearse con el, tan grande, tan colorido, tan articulado y que en vez de silbar hacía sonar sus campanitas.

La Guardia Civil chafó el idilio, hubiéramos tenido tranvicucas.

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