EN ECONOMÍA, en especial en los países periféricos de Europa, cerditos o PIIGS -iniciales de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia, Spain- y en las Islas Canarias, como apéndice o rabillo, ya nos habíamos mentalizado desde el pinchazo de la burbuja financiera, versus burbuja inmobiliaria de que estábamos gordos, y aunque ese teórico sobrepeso podría ser muy discutible, sobre todo si nos comparáramos con los que se sientan en la misma mesa, habíamos llegado a la conclusión de adelgazar.

¡Vale!, hasta ahí bien; "aceptamos pulpo como animal de compañía". En consecuencia, lo lógico sería que nos alimentáramos más comedidamente, haciendo dietas equilibradas, suprimiendo grasas y realizando mayores esfuerzos físicos, recurriendo incluso al deporte. Como posibilidad más drástica podíamos plantearnos, incluso, iniciar algún régimen o por lo menos tomar, dado que el desabastecimiento implica sacrificio, compuestos de vitaminas o minerales biomanán para suplir nutrientes.

Pero no, como somos más burros que nadie, hemos optado por seguir el manual de instrucciones de la ortodoxia más férrea recomendada ahora por la ultraconservadora Europa. Lo que imponen para adelgazar es dejar de comer y punto, radicalmente, y desde luego que así adelgazaremos. Eso es seguro, pónganle el cuño.

Pero deberíamos sopesar las consecuencias de tan brutal castigo. Aunque el efecto depende bastante de cada persona en concreto, lo normal es que desde el primer día de ayuno se chupe de las reservas de glucosa almacenadas en hígado y músculos. El segundo día, la glucemia disminuye para comenzar a utilizarse grasas y ácidos grasos. El glucógeno muscular puede proporcionar energía para unas 12 horas más, aproximadamente. Al quinto día empiezan a dañarse órganos importantes como el hígado y los riñones. El organismo pasa de consumir la glucosa y el glucógeno almacenados tirando de las grasas que constituyen la auténtica despensa energética del organismo, donde existen aproximadamente unos 10-11 kilogramos de grasa que aportan a partir de 9 kcal./gr., unas 100.000 kcal, que pueden durar aproximadamente 40 días. Una vez se alcanza la semana sin comer, la acidosis (baja el ph de la sangre) afecta a la función del corazón, empeorando la circulación. Debido a esta dificultad, el cerebro empieza a producir fallos por la falta de riego y pierde funciones. Al decimocuarto día, los cuerpos cetónicos, que son productos de la degradación de las grasas, en este momento son también utilizados para la formación de energía llegando a aportar dos terceras partes del total que necesita el cerebro. Estos procesos explican el mal aliento y el mal olor de la orina que se manifiesta a esas alturas. Con veinte días sin comer se comienzan a consumir principalmente proteínas musculares. Se produce un apetito desmedido tras un gran adelgazamiento y debilidad. La albuminemia y los edemas son la prueba de la autofagia y de la autodigestión proteica. Al mes, la desnutrición afecta a todos los sistemas orgánicos y comienza a experimentarse cansancio desmesurado que prácticamente impide hablar. A partir de los cuarenta o cincuenta días, el deterioro se hace ya irreversible por el desgaste físico, produciendo inmovilidad y llegando a precipitar pérdidas de consciencia por la falta de energía. La muerte por inanición se puede llegar a producir por falta de riego al cerebro o por un fallo cardiaco.

Yo es que vengo llegando de la manifestación que por las Ramblas y la avenida de Anaga se ha producido hoy en Santa Cruz de Tenerife. En todas las islas. En el Estado español. En el sur de Europa. He visto a un montón de gente, decenas y decenas de miles, de todas las clases y condiciones, jóvenes y mayores, que primero no están de acuerdo con que estemos tan gordos como quieren hacernos creer, y segundo, que no están dispuestos a aguantar con pasividad los cinco años o más que la canciller alemana Angela Merkel ha vaticinado para la Unión Europea (UE): "Cinco años o más" de austeridad para superar la crisis económica pidiendo a sus socios que "aguanten la respiración".

Y eso sí que es jodido. Si entendemos que el estallido de la crisis puede fijarse oficialmente en agosto de 2007, cuando los bancos centrales tuvieron que intervenir para proporcionar liquidez al sistema, y que llevamos cinco años destruyendo tejido y tirando de reservas para apalancar estructuras, bancos y atender intereses, este anuncio de ayuno de al menos cinco años más, y sobre todo lo de no respirar, me da a mí que no se va a aguantar.

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