ASÍ DE TAJANTES y expeditivos, sin encomendarse a ninguna deidad perdida, es lo que la gente del Partido Popular (sin mirarse su joroba) le han dicho al Gobierno de Canarias, esgrimiendo argumentos que mejor se los deben aplicar a ellos mismos y dejar de echar balones fuera, que siempre es lo cómodo y lo más que levanta cortinas de humo, adonde difuminarse emboscándose para fabricar el ataque a los demás.

Este Gobierno comandado por Rajoy va a tener que soportar una huelga general el día 14, y seguramente esto no quiere decir nada: será una juerga, una pura algarabía con fuegos artificiales en loor y alabanzas al Gobierno por lo bien que lo hace. Cuando hay quinientos desahucios diarios, propiciados por los bancos, a los que se les ha alimentado con el dinero de todo el mundo, o sea, con dinero público, eso no es óbice para que sigan haciendo la labor de negreros y protegidos por un Gobierno flojo, titubeante, que aplaude y argumenta que, si no se hace así, los que poseen títulos bancarios, al retirarlos, el sistema y la política se van al espacio de lo inexistente, pero eso es una broma de mal gusto que se irá al espacio de la seriedad en un santiamén, ya verán.

Cuando la economía el año que viene no solo va a caer el 0,5 por ciento del PIB, sino, como dicen los que entienden de esto, que generalmente están extramuros de la oficialidad, que de eso nada, que será del 1,4 por ciento y el paro se acercará al 27 por ciento, la verdad que esto es una fiesta para partirse de risa. Además, cuando las esperanzas del 50 por ciento de la juventud están truncadas porque los horizontes no solo son borrascosos, sino negros, eso no importa, eso es un chiste rocambolesco, y que los que están en disposición de hacer un recambio generacional con la preparación que tienen, si se quedan en la cuneta o en la más indigencia profesional, es un espejismo que no nos debe asustar, ya que es coyuntural, aunque para ello se necesiten más de cincuenta años.

Cuando todas aquellas promesas electorales que se hicieron y hoy se han quedado en agua de borrajas y se justifica que es eso lo que hay, que no se puede hacer nada porque los que manejan las finanzas atenazan los gobiernos; cuando el comercio agoniza por la falta de liquidez y las empresas, sobre todo las pequeñas, cierran sus puertas a centenares; cuando los jubilados ven recortadas sus pensiones y no se revalorizan como se ha estipulado, y cuando la credibilidad del Gobierno, que se decía que era su mejor presentación ante Europa y los mercados, ahora navega entre la incredulidad y en el desahucio, al estar en manos de otros eso no tiene nada que ver, aunque se pierda soberanía, y si se asustan de lo que puede pasar en Cataluña, pero no se incomodan de lo que sucede con el Estado, secuestrado y en manos de los poderosos y sin apenas margen de maniobra, de ahí que los presupuestos que vayan a salir nazcan muertos, no sirvan y se tenga que hacer más recortes y proponer más sufrimientos. Pero eso no importa: es una fiesta más de la inoperancia y de la falta de reflejos.

Así, mándese a mudar, pero en versión castellana, le decía una y otra vez Aznar al presidente González, porque España estaba al borde de la ruina y del descrédito internacional, pero ahora no solo se funciona en el escenario descrito, sino al borde de la quiebra y del KO, y cuando la gente rebosa de cabreo, que sube como la espuma, es una chanza y una risa, por lo que hay que tomárselo a broma, puesto que lo que se ve no es la realidad, lo existente, dado que es el Gobierno del Estado el que más sabe de virtualidad; en ella se siente bien, se narcisea y creen que leyéndole la cartilla al resto de los territorios quedan bien, y no se enteran de que lo que están promoviendo no solo es la sorna, sino que estamos en un escenario esquizoide, tapando incapacidades y que, efectivamente, habrá que estar de acuerdo en que hay que mandarse a mudar. Pero ¿quién ha engañado? ¿Quién transita por el camino de la ambigüedad? ¿Quién se ríe de los canarios? ¿Quién nos ha situado entre la espada y la pared?