1.- Es la frase que se puede oír en cualquier esquina: "Qué mal está la cosa". La cosa no es otra que las huelgas, los bancos, los sindicatos, la ausencia de créditos, las asociaciones de padres, la crisis de las empresas, el paro, el Gobierno. Eso todo, y mucho más, es la cosa. Para mí han sido patéticas las imágenes de los estudiantes -que no sé si lo son-, en la calle, en ocasiones arengados por sus padres. Eso está bien, enseñarles la algarabía desde chiquititos, para que más tarde se conviertan en hombres y mujeres de provecho. Esos padres merecen un monumento. Son los herederos del bienestar, los que consiguieron mucho con poco esfuerzo. Y ahora intentan traspasar a sus hijos su sabiduría, que es la protesta, sin enterarse bien de por qué protestan. Me da vergüenza ver a cuatro mequetrefes con una bandera republicana, sin saber lo que fue la República, ni por qué acabaron con ella. Me da pavor que desde la más tierna infancia ya quieran quemar a los curas de un colegio religioso de Mérida. Fantástico, papás, lo han conseguido. Lo han conseguido en aras de la progresía estúpida, falsa y demagógica. Qué será de esos pequeños miserables el día de mañana.

2.- Yo estoy, como saben, fuera de combate; soy un jubileta. Pero a mi e-mail no paran de llegar currículos de gente desesperada que quiere trabajar y no puede. Ni siquiera puede hacer huelgas, porque a lo peor están tan débiles estos desempleados que no recorrerían 100 metros. Pero los papás y las mamás, contagiados de la arenga comunista y socialista, sí; esos van derechitos a las manifestaciones con bocadillos de jamón serrano. Y Méndez seguirá coleccionando relojes de 18.000 euros. Y FernándezToxo continuará pegándose las mariscadas pantagruélicas. Ni un euro más a los sindicatos ni a las organizaciones empresariales. Que vivan con las cuotas de sus afiliados. Entonces los sindicatos fenecerían porque nadie se fía de ellos y muy pocos se afilian. Si acaso para que los abogados gratuitos los defiendan en los despidos.

3.- Vivimos un momento gravísimo, social y económico. Les aseguro que el país no se va a arreglar sacando los niños a la calle. Los niños, a la escuela; y los padres, a trabajar, los que tengan la suerte de poder hacerlo. Y los que no, a la cola del paro, a arreglar el país dejando que se agote el subsidio sin mover un dedo para hacer algo más. Aquí nos conocemos todos. Y la izquierda, disfrutando. La izquierda que nos metió en este pozo. Porque la izquierda nos sepulta en el abismo y las huelgas se las organizan a la derecha. Este siempre ha sido un país de retrasados mentales y de gente muy desinformada y borrega. Y así nos va, claro.

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