EL PROCEDIMIENTO médico mediante el que se extraen tejidos de un cuerpo humano y se reimplantan en otro con el objetivo de que el órgano trasplantado realice en su nueva localización la misma función que realizaba previamente en el donante presenta cada vez nuevos y sorprendentes avances. Tal es el caso de la novedosa noticia que saltó a los informativos el pasado miércoles: un equipo de médicos cirujanos de la Universidad de Gotemburg y del Hospital Universitario de Sahlgrenska, en Suecia, han sido los primeros en el mundo en trasplantar el útero de una madre a su hija. Gracias a esta gran iniciativa, dos mujeres suecas de entre 30 y 40 años recibieron el útero de sus madres mediante intervenciones quirúrgicas realizadas durante el pasado fin de semana, en un caso porque se le había extirpado el útero desde hacía varios años al detectarse un cáncer de cuello uterino, y en el otro porque había nacido sin él.

Mats Brannstrom, profesor de Obstetricia y Ginecología de la citada universidad y coordinador del equipo quirúrgico, fue el encargado de dar a conocer a la opinión pública el alcance de las operaciones, en las que intervinieron más de diez cirujanos, que previamente y durante varios años se habían entrenado en la ejecución de la compleja técnica quirúrgica trasplantando úteros en animales que dieron lugar a nacimientos, donde la calidad del útero trasplantado era previamente controlada y garantizada por la capacidad de los ovarios y las hormonas, de tal forma que, aunque se trata de la primera experiencia mundial y el tiempo medirá sus resultados, la intervención se basa en la teoría de que un útero posmenopáusico (el de las madres) trasplantado puede llegar a acoger un embrión hasta el nacimiento de la nueva criatura.

Las reacciones éticas a esta técnica seguramente no se harán esperar, si bien la importancia de esta noticia radica en el hecho de que dos mujeres que no tienen útero por diferentes motivos desean un hijo y la ciencia médica intenta buscar soluciones transparentes para devolver al cuerpo humano un órgano gracias al que podrán en el futuro tener su propio hijo, toda una oportunidad maravillosa para ella y su novio de ser padres.

Ahora las jóvenes receptoras deberán esperar un año antes de intentar el embarazo por el procedimiento de la fecundación in vitro, de tal forma que los úteros trasplantados se extraerán cuando las mujeres hayan tenido un máximo de dos nacimientos, lo que es necesario para así dejar el tratamiento inmunosupresor que evite el rechazo de los úteros, que como cualquier otro órgano trasplantado corre el riesgo de rechazo en un 20% de los casos. Lo aconsejable es que las mujeres que pretendan beneficiarse de esta nueva técnica no tengan más de 30 años, pues hay que tener en cuenta que esta cirugía no pretende el embarazo de mujeres que ya no están en edad de procrear, sino el de aquellas cuyo útero o no funciona o no existe.

Mientras no se demuestre que los órganos de animales (xenotrasplantes) sean útiles, las únicas posibilidades existentes de trasplante se obtienen o bien de una persona viva o de un cadáver, por lo que no queda otra alternativa que llamar a la solidaridad de personas donantes, un acto ejemplar que será posible siempre que se eche mano de toda la sociedad, además de que se desarrollen pautas legales que garanticen la legalidad y ética de la donación de órganos.

* Jefe de Sección y profesor de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario de la Candelaria