El otro día, y mientras desde casa veía los fuegos de artificio que se suelen tirar en La Laguna con motivo de las fiestas del Cristo, pensé, instintivamente, cuánto de pólvora del rey no habría en aquel resplandor, en aquel arte sonoro y luminoso que se desvanece nada más nacer; en el sentido de que, si estamos en crisis y las administraciones, en general, y los ayuntamientos, en particular, se quejan amargamente de que no hay dinero para esto ni para aquello ni para lo de más allá, y, a cambio, no solo nos suben los impuestos, sino que escatiman como verdaderos usureros el dinero -nuestro dinero, que aportamos a través de dichos impuestos directos e indirectos-, que hasta ahora se venía dedicando a partidas esenciales y tan necesarias para el funcionamiento de una pequeña sociedad, como las destinadas a educación, sanidad y asuntos sociales, pues que no entendía cómo seguíamos tirando fuegos de artificio como si aquí no hubiera ocurrido nada.

Han dilapidado tanto, han malgastado tanto, han vivido a nuestra costa tan bien y tan cómodos que ahora que la crisis les ha tocado también a sus puertas blindadas no saben qué hacer. Si antes sacaban dinero de donde no había, ahora les da por quitarnos el dinero de donde no lo hay. Pero no les importa en absoluto; ellos forman una "casta" aparte que sobrevive por encima de la cotidianidad y de la desesperanza de los ciudadanos, sin que les importe tener que aguantar el clamor de quienes se quejan, se lamentan y se irritan por tanta injusticia y arbitrariedad. No saben administrar los dineros públicos, por consiguiente, no saben gobernar. En definitiva, no saben, no quieren o no pueden priorizar, imponiendo soluciones drásticas a una serie de problemas de los cuales (no todos) tienen la culpa los ciudadanos.

Algo deberíamos compartir; no todo el peso de la desgracia del paro, los desahucios, los impagos, la falta de recursos para, simplemente, dar de comer a la familia... debería recaer siempre en los más débiles de la sociedad. Los fuegos son bonitos, qué duda cabe, pero tanta "pólvora del rey" tirada sin ton ni son da que pensar. Sobre todo si sabemos que no hay dinero para cosas tan elementales como para becas de estudio, para ayudar a las familias a pagar los libros, para los comedores escolares, para la acogida temprana, para las clases extraescolares, para el mantenimiento de los centros educativos, para contratar profesores de apoyo, para pagar el excesivo aumento de las tasas universitarias o para equipar diversas infraestructuras públicas, como puedan ser bibliotecas o centros deportivos que permanecen cerrados después de haber llevado a cabo inversiones millonarias, porque ahora resulta que no hay dinero, o bien para terminar de equiparlos o bien para contratar al personal necesario para su funcionamiento.

En cambio, hasta ahora sí había dinero, y me temo que siga habiéndolo, para mantener a los amigos de los políticos en funciones de asesores, o para que dirijan empresas públicas, o para una Policía Autonómica que no tiene ninguna finalidad ni función más allá de la mera tozudez de querer mantener una policía política que mantenga vivo el deseo de un nacionalismo desfasado, o para mantener una serie de embajadas, radios y televisiones que apoyen la idea de que Canarias necesita de esos estamentos y medios para seguir manteniendo una identidad diferenciada.

Así, con este panorama, a nuestras autoridades les preocupa cumplir con el objetivo del déficit, y para ello no les importa en absoluto, y mientras nos tienen a la mayoría de los cuidadnos atenazados y cogidos por los huevos, seguir apretándonos hasta que, una vez bien exprimidos, no podamos soltar un euro más. A ellos, a los políticos, no les importa que sus respectivas administraciones se encuentren sin capacidad para endeudarse, es decir, sin pólvora en los bolsillos, por lo que siguen pidiendo dinero prestado a papá Estado para atender no a las cosas prioritarias, sino al gasto corriente. Mientras tanto, siguen tirando fuegos de artificio y gastando a mansalva con "pólvora del rey".