EL SR. RIVERO fue elegido presidente sin haber ganado nunca unas elecciones y gracias a una ley electoral fraudulenta y a unos pactos postelectorales que, por segunda vez consecutiva, despreciaron la voluntad popular. El sistema electoral canario es fraudulento y sin legitimidad democrática. Es el más restrictivo y el menos proporcional de toda la Unión Europea. Un sistema que incumple incluso el artículo 21.3 de la Declaración de los Derechos Humanos respecto al sufragio universal e igual, pero que cuenta, como es lógico, con el respaldo y la aprobación de Madrid y del Tribunal Constitucional español.

Por si esto fuera poco, entre Madrid y las élites extractivas canarias, lo han blindado, prohibiendo a los ciudadanos canarios llevar a la Cámara regional una proposición de ley de reforma del régimen electoral por iniciativa popular, tal y como recoge el artículo segundo de la Ley de Iniciativa Legislativa Popular aprobada mayoritariamente en el Parlamento de Canarias tanto por Coalición Canaria como por los partidos españoles.

Es lógico. Un régimen altamente extractivo como el canario solo puede mantenerse privando a gran parte de los ciudadanos de sus derechos políticos.

El Sr. Rivero, elegido a través de ese sistema ilegítimo, inauguró el curso académico 2012 de la ULPGC. En la entrada, se manifestaban unos estudiantes que recibieron un desalojo violento por parte de la Policía, para que el presidente ilegítimo de un régimen ilegítimo pudiera entrar con comodidad a inaugurar el curso en uno de los mayores pesebres extractivos de Canarias. Un acto que, una vez transcurrido, el propio presidente ilegítimo del régimen ilegítimo calificó como "magnífico" frente a los medios.

Posiblemente, la culpa haya sido de los jóvenes, por no seguir los sabios consejos del presidente ilegítimo del régimen ilegítimo y emigrar para que las élites extractivas políticas y económicas, locales y foráneas puedan seguir extrayendo rentas cómodamente a costa de las oportunidades del resto de la sociedad.

Era de esperar. La estrategia básica de cualquier élite extractiva es oponerse al cambio, a cualquier cambio. Han sido sus mecanismos de captura de rentas los que han provocado la crisis y el estancamiento actual, y eso, claro está, no lo pueden decir.

La educación y la innovación les interesan en la medida en que puedan crear chiringuitos extractivos, nada más. Como buenas élites extractivas que son, abominan de cualquier proceso innovador lo suficientemente amplio como para acabar creando nuevos núcleos de poder económico, social o político, y no pueden tener otra estrategia de salida de la crisis distinta a la de esperar que escampe la tormenta y aconsejar la emigración de los jóvenes.

Cualquier plan a largo plazo, para ser creíble, tiene que incluir el desmantelamiento de, al menos, parte de los mecanismos de captura de rentas de los que se benefician. Y eso, por supuesto, no se plantea.

La estrategia básica ha sido bloquear o incluso boicotear cualquier iniciativa de cambio político o económico, y de eso doy fe. A los hechos me remito. El bajo nivel de la educación y la innovación en Canarias no es casualidad ni error ni ignorancia o incompetencia. Es diseño.