CUANDO los políticos hablamos de desarrollo sostenible, por lo general, la población tiende a no hacernos caso, a no creernos. La ciudadanía entiende que los políticos utilizamos conceptos como sostenibilidad, medio ambiente o energías renovables como meros eslóganes publicitarios de cariz político, y nada más. Y quizás tengan razón. A mi parecer, esto se debe a que algunos políticos, anclados en el desarrollismo y en los proyectos megalómanos, consideran que el desarrollo sostenible supone una carga económica evitable y una limitación para la población.

Sin duda, estamos ante un claro caso de miopía, fruto de la valoración irreal de lo que realmente tenemos entre manos; pero todavía estamos a tiempo. El desarrollo sostenible, lejos de verlo como una carga, debemos entenderlo como una oportunidad de negocio, generadora de empleo sostenible, y como una economía respetuosa con el medio y sus recursos. Todavía estamos a tiempo de que esto sea una realidad, de invertir en I+D+I, en conocimiento, en energías alternativas, en movilidad sostenible, etc. Justo en todo aquello que el gobierno del PP está destruyendo con empeño.

Desde la Concejalía que dirijo en el Ayuntamiento de La Laguna, la de Servicios Municipales, hemos impulsado una importante política de ahorro mediante la instalación de sistemas inteligentes para el encendido del alumbrado público, gracias a unos sistemas de cuadros y sensores que se adaptan al descenso de la iluminación solar. Igualmente, hemos apostado fuerte por la recogida selectiva de residuos, sin limitarnos a los envases, el papel y cartón o el vidrio. Hemos optado por ir más allá, implantando contenedores para la recogida de ropa y otros para la recogida de aceite de consumo usado. El mismo empeño hemos puesto en el uso sostenible del agua, a través del riego por goteo en los jardines públicos, la reutilización de aguas depuradas para la limpieza del viario del municipio o reduciendo las pérdidas en la red de abasto al mínimo posible.

Esta es la realidad que quiero para Tenerife. Esta isla tiene un enorme potencial en sus profesionales que nadie está sabiendo aprovechar, y claro, esto hace que se vayan a otros países a buscar trabajo. No podemos seguir permitiendo esta fuga de cerebros, máxime cuando somos una comunidad autónoma excedentaria en sol y viento. Si la energía eólica, termosolar y fotovoltaica no se extiende en nuestra isla, no es por carecer de tecnología, profesionales cualificados y medios, sino por falta de un apoyo decidido al sector. Pero claro, mientras el PP elimina las ayudas a las energías limpias, al mismo tiempo piensa en prospecciones petrolíferas de alta dificultad técnica y ambiental. No queremos que en Canarias ocurra una catástrofe de dimensiones similares a la acaecida en el golfo de Florida hace unos años.

Este no es el ejemplo que debemos seguir. No. El ejemplo que debemos seguir es el de El Hierro. Pero no solo tenemos que pensar en acumular un excedente de energía eólica en forma de agua elevada para su posterior aprovechamiento hidroeléctrico. La energía también se puede acumular en forma de hidrógeno, combustible ecológico de gran calidad, pero sobre el que existían ciertas dudas sobre su inestabilidad y riesgo de explosividad. Nada de eso: el gran problema del hidrógeno, por el que determinadas empresas que estudiaban los hidrocarburos abandonaron sus respectivos proyectos, era que el gasto de energía para su obtención era inferior al rendimiento que proporcionaba. Pues bien, la acumulación de los excedentes solares y eólicos nos permitiría tener un parque público de transporte de hidrobuses totalmente ecológico. La cuestión no es baladí. Estamos hablando de movilidad sostenible, tan necesaria para nuestra isla.

En cuanto a los residuos, hay que decir, aunque no lo parezca a priori, que suponen una gran oportunidad de negocio. Únicamente es necesario aumentar el porcentaje de reciclado en Tenerife para atraer una inversión de calidad; para hacer apetecible y realmente rentable la instalación en la Isla de empresas de procesamiento de los residuos y de reconversión en nuevos materiales. Es curioso que China se dedique a fletar barcos cargados con plásticos de media Europa mientras nosotros no sabemos qué hacer con ellos. Algunas de las empresas que se han instalado en Tenerife, como la de descontaminación y procesamiento de neveras instalada en el Complejo Ambiental de Arico, o la de fabricación de bolsas plásticas de basura con plástico reutilizado en el Polígono Industrial de Güímar, no terminan de ser rentables porque les falta materia prima, esto es, residuos que reciclar. Por ello, hay que reforzar las políticas de separación selectiva y de reutilización de residuos, ayudando a los ayuntamientos de la isla a concienciar a la población. Los residuos son otra forma de generar empleo.

En relación al agua, ha habido importantes avances en el almacenamiento de aguas excedentarias, en la depuración y reutilización de aguas urbanas, en la mejora de los sistemas de conducción y de riego; pero en los últimos años de buenas lluvias, excepción hecha de este último invierno, nos hemos relajado y las olas de calor de este verano nos han puesto en jaque. Y aun así, todavía estamos a tiempo. Es preciso reactivar las inversiones y los proyectos de embalsamiento, de desalinización de aguas salobres y de depuración y reutilización; por no hablar de la imprescindible relación que se debería establecer entre los parques eólicos y las desaladoras de agua de mar para riego, como ya se ha desarrollado de forma esporádica en determinados lugares de la isla.

Todo esto es lo que quiero y deseo para Tenerife, porque creo que todo esto es bueno para la creación de empleo de calidad, para la constitución de una economía verdaderamente sostenible y para la preservación de nuestro medio natural, único en el mundo.