No me gustan las citas ni tampoco leer a quienes las utilizan en demasía, pero reconozco que a veces son ineludibles. Es el caso de Gay Talese y unas reflexiones suyas acerca de la crisis actual, recogidas en "Vida de un escritor", que giran sobre dos preguntas esenciales: ¿No hemos pasado antes por peores situaciones? ¿Nos hemos olvidado de las atrocidades que marcaron la primera mitad del siglo XX, tanto en España como en Europa y el resto del mundo?

A veces le recuerdo a alguno de mis interlocutores que ha habido otras crisis. La del petróleo en 1973, por ejemplo, con aquellas imágenes que nos mostraba la televisión de las autopistas europeas vacías. Los domingos y festivos se prohibía circular a los vehículos particulares en varios países para ahorrar gasolina. En España no se llegó a tanto gracias a la amistad con los árabes, que de algo nos ha de servir, pero en mi pueblo muchas familias, algunas pertenecientes a una incipiente aunque ya apuntalada clase media, tenían que acudir al ayuntamiento a recoger un vale para comida porque no tenían dinero ni para comprar los alimentos de primera necesidad.

Yendo un poco más atrás en el tiempo, cabe citar la crisis del 29 y la hambruna que se vivió en una ya entonces potencia mundial como lo eran, y lo siguen siendo, los Estados Unidos de América durante los años treinta. A quienes se quejan de que en estos momentos no tienen trabajo en España ni posibilidades de encontrarlo, les recomiendo la lectura de "Las uvas de la ira"; una novela que le valió a John Steinbeck el Premio Pulitzer en 1940, a la vez que lo puso en camino del Nobel de Literatura.

Estamos muy lejos de aquellas crisis no solo en intensidad sino también en concepto porque sospecho -aunque más que sospechar a estas alturas estoy completamente seguro de ello- que la crisis española de estos días es otra. Lo que nos está hundiendo como país, amén de unos políticos decepcionantes, es la falta de apetencia por trabajar salvo, eso por delante, que la ocupación sea en una gran empresa privada con un sueldo generoso, en una empresa pública donde el salario, además de abundante, esté asegurado, o como funcionario; situación esta última en la que se le añade a todo lo demás un horario cómodo de lunes a viernes, con las tardes, los "findes" y los puentes de asueto total.

¿Ficción o realidad? A esta pregunta responde cabalmente una encuesta realizada por la empresa de trabajo temporal Manpower. El 33 por ciento de los desempleados españoles no quieren currar por menos de 800 euros al mes. Un 30 por ciento adicional, que no incluye a los anteriores, no lo haría por menos de 1.000. Como es de suponer que quien no trabaja por menos de 1.000 tampoco lo haría por menos de 800, resulta que un 63% de los parados no aceptaría un trabajo retribuido con unos emolumentos por debajo de 800 euros. Estamos hablando de casi dos de cada tres personas sin ocupación; eso es mucho se mire como se mire. Guarismos no tan escandalosos en Canarias, pues aquí solo un 13 por ciento del personal que está brazo sobre brazo rechazaría una ocupación si no lo convierten como mínimo en mileurista. Porcentaje que me sigue pareciendo alto, incluso en el contexto de estas Islas.

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