AUNQUE la noticia es sobradamente conocida pues no en vano se ha hecho eco de ella incluso la prensa internacional, la resumo sucintamente para centrar el asunto. Una señora de ochenta años, sin preparación artística de ningún tipo, se puso a restaurar por su cuenta el Ecce Homo pintado por Elías García Martínez en un muro del Santuario de la Misericordia de Borja, en Zaragoza. El resultado ha sido un estropicio descomunal. Les invito que busquen en Internet como estaba el fresco antes y después de la "reparación", y juzguen ustedes mismos.Vale la pena.

Vivimos una época en la que pululan los expertos documentados en la Red sobre cualquier asunto y luego sientan cátedra sin opción a la menor réplica. Es el caso de un tal Ruiz -ignoro si realmente se apellida así- que me da unas lecciones de incalculable valía sobre las formas de saber si hay petróleo en el subsuelo. Según este docto señor, "se sabe si hay o no petróleo por el sonar. Se estudia el comportamiento de las ondas en la tierra y se intuye así si hay materia líquida en el subsuelo. De este modo se sabe, por ejemplo, que el núcleo externo del planeta es líquido. Bueno, usted no es geólogo; yo tampoco, pero informarse para hacer honor a la verdad no cuesta nada".

He corregido un par de faltas de ortografía por una mera cuestión de estética. Nada importante, pues también a mí se me escapa alguna errata de vez en cuando. Lo demás está copiado de forma textual. Lo primero que se me ocurrió fue recomendarle a este lector que se matriculase en una Facultad de Geología. Sin embargo, como no es cuestión de ponerse uno en plan abusador, le sugiero simplemente que lea el ejemplar monográfico "Temas 67" de "Investigación y Ciencia", conocida revista de divulgación, correspondiente al primer trimestre de este año y dedicado a la energía y sostenibilidad. Como sé que la lectura no es una actividad demasiado extendida en este país, aunque tengamos la juventud mejor preparada y otras monsergas, le transcribo lo que se dice en la página 30 del mencionado número: "Los depósitos de petróleo no son lagos subterráneos sino capas de roca porosa empapadas de crudo".

Deduzco que el tal Ruiz debió ver en su día una de esas películas de buscadores de petróleo en Oklahoma, con el chorro de oro negro brotando a varios metros de altura cuando había suerte y se perforaba un pozo, y pensó en los citados lagos subterráneos susceptibles de ser localizados con el sonar. Otro que oyó campanas sin saber dónde. Ciertamente los geólogos utilizan las ondas sísmicas, casi siempre provocadas, para determinar la existencia de posibles yacimientos, pero al final hay que perforar para conocer lo que hay realmente bajo tierra. En caso contrario, ninguna empresa -ni siquiera Repsol- gastaría un millón de euros diarios en alquilar el barco destinado a las prospecciones.

Omito el resto del mensaje de Ruiz para ahorrarles a los lectores serios algunos bochornos adicionales. Tan solo añado que no pierde la ocasión de llamarme demagogo y mercenario. El mismo disco rayado de siempre. Lo importante, y por eso he escrito estas líneas, es que sepamos cuál es el nivel intelectual de quienes opinan si debemos hacer esto o lo otro en relación con la naturaleza.

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