ME REFIERO al dique situado al final de Las Teresitas; en realidad, a toda la playa y, de paso, a la de Las Gaviotas. A una solución coherente para San Andrés, a la promesa de playa a Valleseco y a un poco de visión conjunta en todo el frente litoral noreste de la aglomeración urbana más grande de Tenerife, y capital de Canarias, que con más de cuatrocientas mil personas y casi con el 46% de la población de la isla componen Santa Cruz, La Laguna, El Rosario y Tegueste.

Es que en esta costa no salimos de Guatemala para meternos en Guatepeor, y cuando no es Juana es la hermana. En el primer caso mencionado antes, el del dique al fondo de Las Teresas, hay primero unos topes y dirección prohibida cuando llegas a las dependencias de la Cruz Roja en la playa. Después varias vallas reforzadas y habitualmente un coche de policía con el objetivo de disuadir el paso hacia la zona de baño. Un pequeño tramo de carretera de nadie con montañitas de arena y en la entrada del dique otra vez fosos insalvables, vallas dobles y planchas enteras de cemento corrido que tratan de ejercer un bloqueo sobre suelo hostil en la castigada rotondita, para que el chicharrero pegue la vuelta. A diferencia de la Franja de Gaza, aún no se utiliza para el contrabando ni se han construido túneles de acceso; todo se andará, porque los pescadores, los caminantes, los corredores, los triatletas, los ciclistas... de momento acceden cuando no estiman peligro alguno, vía arena o sorteando obstáculos a lo que ya se asume colectivamente que puede ocasionar un pequeño riesgo en caso de marea o derrumbe. Solucionen el problema de una vez; mientras tanto, hay días que es mejor hacer caso a las limitaciones y es en esos días cuando se debería montar el operativo. De resto, con un cartel que avise tendría que ser suficiente para que cada cual decida.

Lo que sí está claro es que por mucha falta de perras que haya deberían meterles mano a estas roturas sin más dilación. Llevamos meses y meses y más allá de las tormentas jurídico-administrativas que se desataron hace décadas y que nos sirven como excusas integrales. El estado de mantenimiento de la playa es lamentable, penoso, patético y tercermundista, y no de ahora, sino desde hace años y años. Por ejemplo, lo de Las Gaviotas ha sido históricamente una tortura mal solucionada que lleva toda la vida remediándose a base de parches baratos e indecentes.

Lo que intento decir es que más allá del pasado y de las limitaciones político-jurídico-administrativas y de mangoneo que en su momento presuntamente se dieron, quizás sea la hora de empezar a armar algunas cosas bien, porque probablemente ya tenemos las piezas para componer el bonito y eficiente puzle que nos puede quedar. De momento, lo que están haciendo en la Vía Marítima, frente a la plaza de España, tiene buena pinta, aunque haya que diferenciar entre hacer y mantener.

Hay que hacer mucho, todos podemos manejar ideas. Ya digo que la justicia se tiene que posicionar -por favor, antes del siglo XXII-. La conjunción con el puerto tiene que desarrollarse más. Yo, por ejemplo, iría sacando un espigón desde el Oceanográfico haciendo también un refugio pesquero y una marina frente a San Andrés, pero otros compañeros hablan de que un mirador bien colocado sobre Las Teresitas sería fácilmente amortizable; trasladar la cementera a un polígono; pensar en llevar el tranvía hasta el mamotreto (que en cualquier caso, mientras tanto, podría servir de explanada para aparcar); de un complejo de piscinas olímpicas en el balneario o de habilitar playitas en la desembocadura de María Jiménez.

Todo lo cual no quita para arreglar lo que se estropea, lo que se lleva el mar, el carril bici, las vías de acceso o lo que rompen los desaprensivos. Tampoco el cuidado y reparación de lo que existe debería ser el continuo parto de la burra que es. El mantenimiento y adecentamiento de las zonas comunes es algo consustancial a cualquier infraestructura. Una cosa son los posicionamientos políticos, de proyectos, o los de la tortuga llamada Justicia, y otra que para entrar a San Andrés o para ir al muelle al final de Las Teresitas haya que hacer lo mismo que para sortear las fronteras de la conflictiva Franja de Gaza.

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