EL PENSADOR francés Jean Jacques Rousseau (1712) sostenía que el ser humano es bueno por naturaleza, en contraposición a la versión sostenida por sir Thomas Hobbes (1588), quien aseguraba que el hombre es un lobo para el hombre. La idea o concepto de contrato social ha evolucionado desde las civilizaciones de la antigüedad hasta nuestros días, pasando por la Ilustración, hasta devenir en una regulación más avanzada en la articulación y desarrollo de las relaciones humanas con el advenimiento del Estado moderno que sucedió a la Revolución Francesa y la independencia de los Estados Unidos de América. El pacto social sustentado en la supremacía de la Ley y del Derecho en contraposición a la arbitrariedad y la anarquía.

El reciente saqueo de un supermercado en Andalucía, presuntamente alentado por un político y líderes sindicales, tomando como pretexto o excusa la actual coyuntura económica, ha traspasado la línea roja de lo tolerable o asumible por una sociedad civilizada y pone en riesgo el concepto mismo de la propiedad privada o pública como uno de los bienes básicos del Estado de Derecho. Si ese hecho, aparentemente aislado, aunque ya se han registrado otros incidentes análogos en los últimos días, queda impune, nada ni nadie podrá garantizar la seguridad jurídica para los tenedores o sujetos de la propiedad expoliada en el futuro y estarán o estaremos a merced de los peligros de la calle. Un incidente con una gran repercusión mediática o propagandística que contribuye a poner la confianza en la marca España al pie de los caballos, y gracias a la irresponsabilidad de determinados hombres públicos que han sido elegidos para representar a sus conciudadanos, no para enarbolar banderas del pan inmediato para ahora y hambre para mañana, que, con su actitud, se descalifican para seguir en la brega política, o salvo que pretendan en vanguardia revolucionaria y de lucha contra el sistema, que permite, paradójicamente, su supervivencia o protagonismo.

La España de Juan el Tempranillo, la de los asaltantes de caminos, parece reencarnarse en el desvalijamiento orquestado de supermercados, ocupación ilegal de viviendas o fincas ante la parsimonia de un sistema francamente lisiado e impedido para cumplir y hacer cumplir las leyes, independientemente de la condición social, política o institucional. Nadie puede quedar excluido del acatamiento de las leyes ni de responder ante ellas, salvada la presunción de inocencia, llegado el caso.

Pero esto es aplicable también a los sujetos o protagonistas de la quiebra de parte del sistema financiero español o a quienes juegan o han jugado sin escrúpulos con el esfuerzo o los ahorros de miles de familias hasta sumirlas en la pobreza o hipotecarlas de por vida, a quienes han llevado al país al borde del abismo. En ambos casos, parece que para los protagonistas de esta escena grotesca propia de la España más negra y profunda parece importarles poco el cumplimiento de ese contrato social en su versión más primaria y se decantan por hacer válido el peor de lo sentenciado por sir Thomas Hobbes, de que el hombre es un lobo para el hombre.