1.- Fue a mitad de los ochenta; es decir, yo tenía algo así como 31 ó 32 años -yo siempre acentúo la "ó" entre cifras, a pesar de lo que diga ahora la Academia-. He descubierto a alguien que llevaba buscando desde hacía un montón de años. Todavía no he podido darle las gracias personalmente. Había ido, con una compañera del "Diario de Avisos", , a cubrir el incendio de San José de Los Llanos. Un incendio pavoroso, que obligó a evacuar pueblos y barrios y que se extendió por hectáreas y hectáreas de cumbre. En un momento dado nos vimos rodeados por el fuego. Di varias vueltas alrededor de la zona en donde todavía no se veía el fuego, pero no encontraba la salida. Escuchaba el crepitar de las llamas alrededor de nosotros, sin verlas. A nosotros se unió una unidad móvil de Radio Club, con Manolo Sáiz Mesa al volante, si no recuerdo mal. Están ustedes leyendo la repetición de un relato que he hecho aquí mismo hace unos días. Ya verán por qué.

2.- Pedí auxilio en esta columna; quería que me ayudaran a identificar a la persona que nos ayudó a salir de aquel infierno. Una joven que apareció por allí, como de casualidad, y que nos dijo que la siguiéramos (conducía un "Toyota"). Le hicimos caso y nos salvamos. Nunca más la vi. Le dediqué un artículo entonces, que yo había perdido pero que me hizo llegar desde Argentina, donde vive. Y llevo años buscándola. Una de las personas que me escribieron para darme referencias de esta joven me dio una pista, que seguí. Y la encontré. Ella seguramente no quiere que la cite con su nombre y apellidos. Han pasado muchos años. Vale, sólo diré Carmen Nieves L.G. Y, además, es una persona conocida por sus estudios, muy brillantes, sobre folklore. Y ha sido premiada recientemente. Se acabaron las pistas para ustedes.

3.- Tantos años después, quiero darle otra vez las gracias por salvarme la vida. Uno ha pasado por muchas, pero aquella situación fue muy peligrosa. Y gracias a ella sigo aquí, en este mundo. Llevaba años con la matraquilla de saber quién era y, probablemente, ella con la misma matraquilla de no identificarse. En su día, con la emoción del momento, la califiqué de ángel. Y lo fue. No sé de dónde salió, ni qué hacía allí, si fue por nosotros, si fue casualidad. No recuerdo nada de nada. Sólo sé que me condujo a la carretera, sacó la mano por el cristal del "Toyota" que conducía, nos dijo adiós y nos dejó a salvo a Ana y a mí, con tres neumáticos del coche reventados. La he encontrado. Pues gracias otra vez, Carmen Nieves. Y enhorabuena -tardía- por el premio.

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