ANTES que nada quiero dejar constancia de que este título es idea de la única mujer presente en la expedición a Guelmim El-Smara, a la que hago referencia en la primera entrega, "Crónica viajera", publicada el pasado martes. Me refiero a esa pedazo de mujer -y no solo por su humanidad- llamada María Álamo, dinamizadora del proyecto interdisciplinar "Sahara Explora", que, emperrada en visitar una cueva con pinturas rupestres de gran interés científico y documental, nos hizo atravesar medio Marruecos en todas direcciones para llegar al lugar deseado. De ahí el socorrido título, ya que yo me quejaba "amargamente", entre bromas y veras, de la enorme paliza de jeep que nos estábamos pegando todos por un paisaje desértico, puro pedregal, con un viento caliente que no dejaba de soplar y con una temperatura absolutamente insoportable. Lo bueno fue que la pertinaz María encontró por fin su cueva, y será ella la que en su momento dé a conocer el importante hallazgo a la comunidad científica y a la opinión pública. Por cierto, no se pierdan el magnífico trabajo realizado por el periodista de la TVC, el gran reportero Isaías Santana, quien, junto con el cámara, el no menos importante Alberto Manuel J., propietario-director del periódico digital del suroeste grancanario "infosureste.es", realizaron un fenomenal reportaje del viaje dejando constancia "notarial" de todo lo acontecido; con entrevistas a los componentes de la expedición, a las diversas autoridades marroquíes, y grabando todas las bellezas paisajísticas que tuvimos la oportunidad de contemplar. Sugiero a los amables lectores que estén atentos a la Televisión Canaria, que emitirá en fecha próxima ese fantástico reportaje que seguro hará las delicias de los espectadores. Lo mismo habría que decir de las innumerables instantáneas que el acreditado reportero gráfico Víctor Saavedra plasmó con sus cámaras, que sin duda podrían formar parte de un excelente álbum de fotos, cuya edición me permito recomendarle.

Continuando, pues, con el relato del viaje a Marruecos, reseñar que después de abandonar el aeropuerto de Gulmim el viernes pasado al mediodía, los componentes de la expedición fuimos a comer a un restaurante de esta ciudad, puerta del Sahara, donde degustamos un exquisito "tallín" de camello (también puede hacerse de cordero), una de las excelencias gastronómicas de este país; y a continuación partimos hacia Tan-Tan, tal como relaté en el mencionado artículo del martes. El sábado, pasamos todo el día de un lado para otro cumpliendo la apretada agenda minuciosamente preparada por el jefe de expedición, el amigo Mbarek Tamessouct, del El Sahariano Travel; y ya a eso de las tres y media de la madrugada del domingo recalamos en un oasis, en la ruta del gran Sur, llamado Fort Akabar, donde pernoctamos. Se trata de una instalación con arquitectura y decoración marroquí que se parece bastante, salvando las distancias, a un parador de turismo de los que hay en Canarias. Al filo del mediodía, nos trasladamos al oasis Tighmert 81000 Guelmim, en Gite Oued Noune, donde fuimos obsequiados con toda clase de frutas de la zona y productos típicos de la repostería marroquí y saboreamos de nuevo el reconfortante té, con todo el ceremonial que lleva implícito. Seguidamente dimos un enorme recorrido, como si estuviéramos localizando exteriores para una película, con el fin de ubicar posibles cotos de caza; una actividad en la que estaba sumamente interesado Jaime González, director comercial de Viajes Insular, y que personalmente opino que puede ser una futura oportunidad de negocio.

A primeras horas de la tarde nos encaminamos a Guelmim Plage, a la localidad de Playa Blanca, donde habíamos quedado citados con el wali de la región, Elbgeoui Abdelfatah -que ya habíamos conocido en el festival tipo Womad de Tan-Tan Plage-, que estaba presidiendo, junto con el alcalde de la localidad, una de las ceremonias más representativas del Sur marroquí: el Festival Religioso y Cultural de la Comunidad de Playa Blanca. Accedimos a una enorme jaima que cobijaba numerosas mesas con saharauis -todos hombres-, presididas por los respectivos notables, y ocupamos una mesa que teníamos reservada integrándonos en el evento. Aparte de la copiosa comida, donde, obviamente, no había bebidas alcohólicas, pudimos contemplar absortos la letanía del rezo musulmán recitando versículos del Corán con una monotonía y un conjuntado coro de voces. Excuso decir las enormes atenciones y agasajos de los que fuimos objeto, tanto por parte de las autoridades allí presentes como por el presidente y miembros de la junta directiva de la asociación religiosa cultural de Playa Blanca.

Ya justos de tiempo, salimos zumbando hacia el aeropuerto de Guelmim, en lo que fue un auténtico raly en el 4x4 de El Sahariano Travel, conducido por el audaz Mbarek, temeroso de que perdiéramos el vuelo, que por suerte, y por esas cosas del destino, o lo que sea, llegó con retraso, con lo que la operación de "handling" se retrasó y ello posibilitó que no perdiéramos el vuelo. Solo regresamos Isaías Santana, Alberto Manuel J., Jaime González y yo, ya que María Álamo y Víctor Saavedra se quedaron con Mbarak para al día siguiente salir hacia el Norte hasta Sidi-Ifni en busca de la "cueva perdida".

El trayecto hacia el aeropuerto de Gando, en el avión ATR-42 de la compañía Canary Fly, en el que el piloto instructor, comandante Naranjo, soltaba a una nueva tripulación, fue estupendo. Aterrizamos a las nueve de la noche, ya que salimos con una hora de retraso, y después de las consabidas despedidas y todo eso nosotros cuatro quedamos en seguir en contacto para lo que se le ofreciera a cada cual. Era el comienzo de una gran amistad.

Y para terminar, dos apuntes: uno económico y otro sociológico. Me quedé literalmente asombrado de la cantidad de terreno con cultivos de tuneras que hay en la zona de Guelmim (recuérdese el comercio canario de la cochinilla); inmensos campos sembrados de tuneras que le dan distintos tonos de verde (como el de los ecologistas canarios) a tanto terreno desértico. Y, por otra parte, este enésimo viaje mío a Marruecos me ha servido, entre otras cosas, para constatar el enorme caudal humano de este país: gente joven por todas partes y una bulliciosa chiquillería. La imagen de la playa de Tan-Tan repleta de bañistas y viandantes me extrapoló a la pasada noche de San Juan en la playa capitalina de Las Canteras, donde, por cierto, había numerosas familias marroquíes.

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