-MARIANO, ha llegado el momento.
-Mario, demos un rato y luego el puñetazo.
-Esto está muy duro, y si se ponen tontos, dimito.
-No será necesario, Mario. Tú y yo juntos sumamos demasiado como para irnos con las manos vacías.
-Te aseguro, Mariano, que dimito. Lo malo no es irnos con las manos vacías. Lo malo es que lo que tenemos vacía es la caja.
-¿A mí me lo cuentas? Subo el IRPF y hemos recaudado cuatro euros y ya tengo a mi gente mosca con el IVA, que no voy a tener más remedio que subirlo. Ahora hay que ver cómo se las arregla Cristóbal, porque esto de la hemeroteca es una putada.
-Tranquilo, Mariano. Esta es una crisis de mil cabezas y claro que tendrás que subir el IVA, sois los que menos pagáis y esta gente no está para bromas. Fíjate en las caras de los que tenemos delante. De verdad que dimito y santas pascuas. Porca miseria, Mariano, porca miseria.
-Tranquilo tú, Mario. No vengas con la historia de la dimisión, que ya es lo que nos faltaba. Haz como yo: gesto tranquilo, silencio calculado y cuando menos lo esperen, ¡zas! O arreglan lo nuestro o esto salta por los aires. ¿No entiendes que el problema lo tienen ellos? Tranquilo y espera un poco.
-Lo que no sé muy bien, Mariano, es si Hollande está muy al loro de lo nuestro.
-Le he dejado caer algo, Mario, pero sí. Nos apoyará porque no tiene mucho donde elegir. O nos apoya o se alía sin chistar con Ángela, y no le veo muy entusiasmado con nuestra colega.
-Por cierto, Mariano, vas a ir a Kiev. Los tuyos son estupendos y yo creo que los alemanes ahora sí que están mosqueados.
-Pues sí, Mario, voy a ir. Creo que debo hacerlo. Cuando acabemos esta historia y vuelva a Madrid, hablaré con ellos para ver cómo lo organizo sin dar el golpe. Y tú ¿qué?
-Primero tengo que ver si dimito...
-No te pongas tan pesado con eso, Mario, que la organizas.
-No sé, no sé... A ti te han elegido pero lo mío, ya sabes, es algo distinto. Por cierto, estuviste muy bien alabando a Roma.
-¿Qué susceptibles, verdad? Remataste bien la jugada con eso de que todos los caminos conducen a Roma.
-No tiene importancia, Mariano. Tengo que ir por Madrid.
-Bueno, dime, ¿vas a Kiev?
-¿Tú crees, Mariano, que tengo la cabeza para eso? Habla con todos a ver qué te dicen.
-¡Quién lo iba a decir, Mario! Tú y yo formando tándem en Bruselas, sin un duro en la caja y con nuestros equipos en la final. Ahora, te digo una cosa: vamos a ganar...
-Estoy dando vueltas a lo de la dimisión, Mariano.
-Pues yo a lo del IVA, a lo de los empleados públicos y a la eliminación de deducciones. Si te contara lo que tengo encima, Mario... Lo siento por los tuyos, pero la selección española va a ganar.
-Calla, Mariano, que Angela nos mira y ya empieza a estar mosca.
-Vale, Mario. Cuando levante la ceja, ¡zas¡, y de dimisión nada. El domingo te llamo y te cuento el partido.
-Calla, Mariano, calla.