CUANDO sea mayor quiero ser diputado, quiero ser político, de esos que ponen a dedo los partidos en sus listas cerradas y que luego los tontos de los ciudadanos cada cuatro años votamos en las urnas. Son esas listas en las que caben todos: los que tienen buen nivel intelectual y formación académica (los menos), los que nunca han trabajado ni se les conoce oficio, los que han aprendido en la Universidad de la vida, los enchufados, a los que hay que pagar favores, los que se les puede sacar algún beneficio, los hijos de alguien, para, en definitiva, conformar una lista de nombres cerrada en la que los votantes no podemos opinar ni decidir. Es la fórmula menos mala de todas, dicen ellos, para aplicar lo que conocen con el nombre de democracia, esto es, el gobierno del pueblo.

Después de hacer públicos los sueldos de nuestros parlamentarios canarios, aunque casi todos conocíamos sus emolumentos, sabemos que, tras la rebaja de 192 euros, un 5% del salario, y solo los seis últimos meses del año, desde julio a diciembre, les quedan en nómina 3.600 euros. Para el resto de los empleados públicos de Canarias la rebaja también es del 5%, pero aplicada desde enero hasta diciembre, en total doce meses. ¡Qué buen ejemplo de un representante elegido para gestionar lo público! A mí la mitad y al resto todo el año.

Yo, como médico de un hospital público, también tengo una nómina, como los políticos. Eso sí, llevo cuarenta años ejerciendo mi profesión, con once meses de trabajo anual y uno de vacaciones reglamentarias. Ellos solo trabajan dos periodos hábiles en la legislatura de cuatro meses cada uno que suman 240 días al año. Nosotros en nuestra profesión realizamos consultas, intervenciones quirúrgicas y control de plantas de hospitalización; se hacen guardias de presencia física y a distancia, siempre fuera de la jornada ordinaria y que se cobran aparte; se elaboran proyectos de investigación; se imparte docencia a los residentes y postgraduados; se realizan consultas en los ambulatorios, a donde nos desplazamos desde nuestros centros, y un sinfín de labores más. Todo ello englobado en la nómina.

En contraposición, nuestros parlamentarios, cada vez que acuden a una sesión o realizan alguna labor se les compensa económicamente aparte. Si se trasladan de otras islas se les abona el transporte marítimo o aéreo. Luego tienen unas dietas para su alimentación, algunos coches oficiales, plazas de aparcamientos, tanto en sede parlamentaria como en otros lugares, y hasta en el aeropuerto, teléfonos móviles, ordenadores y tabletas electrónicas.

Yo pediría también que, cuando acuda a pasar la consulta diaria, se me abone un traslado y que no tenga que utilizar mi coche privado y pagar el aparcamiento por ir a trabajar, que nos dicen subirá hasta 28 euros mensuales a partir de ahora. Y que la comida que tengo que realizar en el recinto hospitalario cuando tengo que cubrir las ampliaciones de jornadas impuestas por ellos se me paguen en concepto de dietas. Y que las llamadas telefónicas que haga a mi familia se carguen al teléfono que me facilite la empresa. Y que cada vez que opere en quirófano se me abone aparte, como hacen los políticos por efectuar su trabajo y por el que se les paga una nómina. Y que pueda mantenerme en mi puesto de trabajo al cumplir los 65 años de edad, porque me encuentro en plenas facultades profesionales, lo mismo que los políticos que no tienen edad de jubilación.

Yo quiero ser como los diputados, que por realizar actividades, reuniones o visitas cobre un dinero extra, y que por tener responsabilidades y gestión al frente de mi trabajo perciba dietas por cada reunión o sesión celebrada como le pagan a ellos, que también son empleados públicos, como yo. Quiero que mis pagas extras sean completas como la perciben los políticos y no me las rebajen. Y que me permitan acogerme a una dedicación exclusiva que se me abone de forma añadida.

Mamá, yo no quiero estudiar una carrera universitaria, ni especializarme, ni hacer un máster, porque eso no da para comer. Yo quiero ser político, diputado o cualquier cargo de esos en los que te ponen en una lista y sales elegido, sin tener que apuntarme a la lista de paro y donde ganas bastante bien, y te tratan a cuerpo de rey, con coches oficiales y sales en los periódicos y haces viajes pagados en primera clase. Mamá, por favor, yo quiero ser diputado.