PAULINO regresó tan cansado de su viaje a Bruselas que se sentó a ver la Autonómica y se quedó profundamente dormido. Soñó que volaba en una alfombra mágica hasta un desierto muy, muy lejano, en el que había una enorme y maloliente explotación petrolífera.

El sol era abrasador. Paulino escuchó un sonido en la lejanía y, utilizando la mano a modo de visera, escrutó el horizonte. Un reflejo luminoso se aproximaba sobre el vaho ondulante de la carretera: era una limusina blanca. Se detuvo a su lado y el cristal de espejo de la ventanilla trasera descendió con un leve zumbido. Desde el interior, un anciano lo invitó a subir.

-Soy el jeque Yamani, ministro del Petróleo- se presentó el desconocido.

-¡Pues guárdeme un cachorro! -exclamó Paulino señalando a través del cristal-. No sé de qué van a vivir ustedes cuando se les agote el petróleo.

-Ah, no tema -respondió el jeque con sorna-, tenemos para muchos años.¡El petróleo se lleva agotando desde que yo era niño!

-Pero el planeta es finito -objetó Paulino torciendo el gesto-, así que las reservas son limitadas. No hay tu tía.

-La Edad de Piedra no terminó porque se acabaran las piedras, amigo mío, sino porque se descubrieron materiales mejores, como el bronce y el hierro. De igual forma, la era del petróleo no terminará porque se agote el petróleo; terminará cuando seamos capaces de explotar fuentes de energía que resulten, económica y ambientalmente, más ventajosas.

Paulino no pudo reprimir su indignación:

-¡Se atreve a hablar de medio ambiente, usted, que no hace sino contaminar el planeta!

-¿No tiene usted nevera, televisión, automóvil... ? Pues es tan culpable como yo.

-¡No es lo mismo! Yo defiendo para Canarias un modelo económico sostenible y alternativo al petróleo: el turismo. ¡Y no permitiré que gente como usted lo eche a perder!

El anciano jeque rió de buena gana:

-¡Sostenible! ¡Alternativo! No me diga que los turistas llegan nadando y se alojan en cuevas.

-¡Eso es pura demagogia! -gritó Paulino-. Yo estoy fomentando las energías renovables.

-Mientras su país paga una factura astronómica por el petróleo -apuntó el jeque-. No es muy inteligente oponerse a las prospecciones. Si hubiera petróleo, el capital ahorrado permitiría desarrollar las renovables mucho más rápido y...

-No me cuente milongas -lo interrumpió Paulino-. ¡Mi país es Canarias!

-Comprendo -dijo el jeque tras reflexionar un instante-, busca usted una "causa" para aferrarse a la poltrona; precisamente en las islas orientales, donde no se come un rosco.

Paulino, enfadado, abrió la boca para protestar, pero se quedó paralizado de espanto: el anciano jeque se había transformado en... ¡José Manuel Soria! Se despertó bruscamente empapado en sudor. En la Autonómica terminaba "En clave de Ja".