1.- Ustedes tienen, en otros lugares de este periódico, lo que sucedió ayer en el congreso de CC. Lo obvio y lo retomo otro día. Hoy voy a hablarles de la austeridad canaria. El Día de Canarias, no sé si este último o el anterior, da igual, costó 501.459 euros. La campaña institucional de la pasada Navidad, 118.580. Y un servicio de noticias, contratado a no sé quiénes, 494.400 euros. Vale. Miren ustedes, el Gobierno de Canarias ha adjudicado a una empresa de la que es administrador un alto dirigente empresarial, ligado a CC, ex miembro del Gobierno, un curioso estudio que se titula así: "Apoyo y asesoramiento en la dirección, toma de decisiones, establecimientos de objetivos estratégicos, coordinación, vigilancia y control del funcionamiento general de la Administración". ¿Importe?: 58.800 euros; diez kilitos. Y a la misma empresa (no la nombro para ahorrarme el dolor), otro estudio, esta vez por 29.400 euros, titulado: "Asesoramiento en análisis socioeconómico y su incidencia en la mejora del autogobierno". Chúpense ésa. Eso fue en 2011. En 2010, otro bodrio por 58.800 euros. Y así, para atrás, varios. No digo yo; así monto una empresa, me hago rico haciendo estudios con nombres rimbombantes y no me jubilo jamás.

2.- A mí estas cosas me causan mucha desazón, qué quieren que les diga, porque me parecen injustas, arbitrarias, fuera de su tiempo, perversas. En fin, podría echar al saco un montón de calificativos, que también me voy a ahorrar porque sigo en son de paz. Resulta que les reducen el sueldo a los funcionarios, que es lo primero que se les ocurre, y luego untan con pan y mantequilla los besos de los amiguetes, con dinero público y sin recato alguno. No tienen vergüenza. A lo mejor, por eso y para eso, quiere don el poder omnímodo. Vale, lo felicito pues va a hacer de Canarias un país de harapientos y de pobres solemnes, mientras unos cuantos se embostan vendiendo estudios con nombres rimbombantes. Fantástico.

3.- Sería, entonces, para mí mucho más fácil, decir eso que dice siempre uno cuando está cabreado, y no se lo tomen en sentido literal -o sí-: pues que se vayan todos a tomar por saco. Pero, hombre, a uno le da cierta pena que se juegue de una forma tan alegre con los impuestos de los ciudadanos. Y como hay tantos niños que pasan hambre y tantas familias sin empleo y tanta tristeza en la calle, pues no voy a parar. Voy a seguir averiguando cosas para que ustedes se enteren de las tropelías que el Señor de los Anillos está cometiendo, día sí, día no, con nuestras perritas, nuestra sangre, nuestro sudor y nuestras lágrimas. Ay.

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