LA DELEGACIÓN del Gobierno español en Canarias confirmó la expulsión del territorio nacional del activista uruguayo José Morales, que vivía en la isla desde hace más de diez años y que deja una hija de cinco años aquí. Hala, como en los tiempos de Franco. La razón es que se puso a protestar como un descosido contra las prospecciones de Repsol en la visita que hizo hace poco el ministro de Industria, José Manuel Soria. Y eso sí que no, ¡hombre por Dios!, ¿a quién se le ocurre? Hasta ahí podíamos llegar, en plan mosca cojonera ante el señor ministro.

Claro, normal, los agentes se molestaron e impusieron multas de 300 euros a otras seis personas que aún así negaron haber cometido actos violentos. ¿Qué van a decir los alborotadores? Aunque se constate que en esa concentración no se detuvo a nadie, ni tampoco el mobiliario urbano sufrió ningún tipo de daño, el pájaro que antiguamente se hubiera conceptuado como "vago y maleante", colaborador de asociaciones de inmigrantes, sindicales y de defensa de los derechos humanos ya tenía abierto otro expediente tras un tira y afloja durante la concentración de apoyo a Aminatu Haidar y al pueblo saharaui en Arrecife y en la que un agente de policía sacó su pistola en el medio de la calle.

La verdad es que desconozco los extremos, aunque echar como agua sucia a alguien que lleva una década entre nosotros es muy fuerte. Señor juez, mire bien por favor no vayan a ser cosas del far west. Mencionar a otro activista, Kaziza Lafkir, en huelga de hambre ante la embajada de Marruecos en Madrid, que pide la revisión de los casos de 22 presos políticos detenidos en la cárcel de Salé, en Rabat, desde hace dos años, cuando Marruecos desalojó de forma violenta el campamento saharaui de Gdeim Izik.

Son cosas que suenan al pasado, como las del salvaje Oeste, o como la riña tumultuosa ocurrida en el distrito de Ofra el martes de la semana pasada, donde hubo un herido de bala y unos 27 coches destrozados, tras un enfrentamiento entre bandas juveniles del barrio de Añaza y de las Noventa y Seis Viviendas. Emulaban a los Apaches atacando un fuerte, yo los vi por la tele, pedradas y carreras por eso del poderío y el aquí estoy yo. Hay ocho detenidos y continúan arrestando a individuos de ambas bandas. Han conseguido requisar el arma de fuego utilizada en la "batalla campal", que es una pistola del calibre 9 milímetros corto, los casquillos de las balas y la vaina. Como en las películas. Con el sheriff y los ladrones que se llevaban el dinero de los bancos, en la ciudad sin ley, o con los indios abatidos a montones y las caravanas de gente emigrando en la creencia de buscar algo mejor. La situación económica con la pérdida de escalones en lo que conocíamos por el Estado de bienestar, con tanto desempleado, con la amenaza de aumentar aun más la edad de jubilación, con los índices de pobreza disparados, con sueldos de miseria y con los sistemas judiciales expulsando por la fuerza a la gente de las casas, apuntalan un escenario en el que una parte importante de las dinámicas conducen al "far west".

Ahora que los policías de la capital ya no pueden dejarse ni el bigote sin permiso de la autoridad, que en Las Palmas no suceden más que desgracias en accidentes laborales -el último mientras un hombre trabajaba en una grúa en Carrizal- y que han trancado a un tío en el carril central de Benito Pérez Armas, esquina a Reyes Católicos, con el vehículo parado y dormido en el coche ante un semáforo, que encima había tenido antes un accidente contra un taxista, nos tenemos que plantear muy seriamente si no estaremos yendo pa''trás como los cangrejos. El conductor ebrio se bajó, sostenido, eso sí, por los agentes para que no se cayera al suelo, y al ser preguntado dijo que, tras haber llegado a un acuerdo con el taxista, se quedó tranquilo.

El mundo está perturbado. Fíjense, por ejemplo, lo que está ocurriendo hoy en Grecia, que en principio no hay duda de que forma parte de Europa: se aceleran las retiradas de depósitos bancarios. Se habla abiertamente de corralito y se almacena comida en casa ante la deriva política y económica.

Necesito un caballo.

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