ACABO de leer con interés la carta que envía un joven canario; una misiva que concluye con una reflexión y una pregunta. La reflexión es que los políticos no resuelven los problemas. Lo vemos -apunta el autor- en cualquier ayuntamiento, por lo que quizá haya llegado la hora de obrar de forma distinta para obtener otros resultados. Exigir responsabilidades, eliminar la condición de aforado, suprimir las dietas o controlar los sueldos son algunas de las propuestas que se le ocurren "sin pensar mucho", según sus propias palabras. Ciertamente las medidas necesarias no son difíciles de vislumbrar, pero hay que tener ganas de adoptarlas. En esto nos pasa más o menos lo mismo que al fumador empedernido con una salud cada vez más precaria: sabe que el remedio a sus males consiste simplemente en dejar el tabaco, pero carece de fuerza de voluntad para dar el paso.

La pregunta que incluye este joven al final de su carta tampoco es trivial. ¿Qué pasaría si se llevara al Parlamento una propuesta de ley en la que se recogiera lo anteriormente expuesto y que estuviese firmada por cuatro millones de ciudadanos? Nada. No pasaría nada. Los políticos están agarrados a sus puestos, a sus sueldos, a su huequito al sol como quien se agarra a una tabla de salvación en un naufragio. Da igual que el Parlamento al que se refiere este chico que me escribe sea el de Canarias o el Congreso de los Diputados; ninguna "señoría" de aquí o allá hará algo que ponga en peligro su alimento. Una clave que nos permite entender, por ejemplo, por qué no se le mete mano a la banca de una vez. ¿Por qué? Pues porque los partidos políticos, sobre todo los dos grandes -y no hace falta ser más explícitos- están endeudadísimos con los bancos. No pueden ir contra los banqueros porque les reclamarían el pago de créditos imposibles de afrontar. Por eso le sueltan ríos de dinero público a los bancos para sanearlos.

Pero tampoco hace falta que nos vayamos a las alturas financieras. Quedándonos por estos alrededores, ¿cuántos diputados -o diputadas- del Parlamento de Canarias podrían ganarse la vida fuera de la política? Algunos y algunas sí, por supuesto, pero la mayoría iría de cabeza a las listas del desempleo. Numerosos políticos con sueldo incrustados en el entramado que rodea al Gobierno de Canarias no han tenido un empleo diferente al cargo público desde que salieron de la universidad. Suponiendo que hayan conseguido licenciarse en algo, pues no todos han llegado a concluir sus estudios. Una endogamia de tal calibre que supondría una catástrofe social si alguna vez CC perdiese el poder en estas Islas. Ocurrió en Cataluña el día en que CiU fue apeada de la Generalidad por Montilla y compañía. Muchos con más de cuarenta años, y sin otra ocupación en toda su vida laboral que los puestos con sueldo del erario otorgados por sus amigos políticos, se encontraron de repente sin tener a qué dedicarse. Un palo bastante duro para que todos aprendieran una lección esencial: con las cosas de comer no se juega. Por eso, apreciado y joven lector, le aseguro que una iniciativa como la que usted sugiere iría directamente a la papelera.

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