CUANDO algunos de los inconvenientes que sufre este desafortunado pueblo tinerfeño parece que van a desaparecer, la situación, lejos de mejorarse, empeora. El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, quien, como otros muchos, entre ellos, Paulino Rivero, debe su cargo de presidente del Gobierno a un pacto de su partido, CC, con el PSOE, recibe la visita tumultuosa de unos sesenta vecinos que intentaban hablar con él para comunicarle ciertas irregularidades que sufre el vecindario santacrucero.

Dicen los que informan de ese encuentro que los visitantes no pidieron civilizadamente la entrevista, sino al grito pelado, porque aquí la gente ha perdido la corrección de que antes hacía gala. No efectuaron su petición de madrugada o al amanecer, sino a las once de la mañana, que es una hora normal de trabajo. El tema a tratar era la reordenación de las líneas de guaguas del transporte público; más bien, por lo que creo entender, de la reciente desreorganización de dichos transportes que, hasta ahora, ha estado ordenado y nadie se quejaba.

No es que el señor Bermúdez se encontrara fuera de las casas consistoriales desayunando a esa hora, como hacen casi todos los funcionarios públicos, sino que se hallaba en el interior del edificio celebrando una rueda de prensa, y rechazó, al parecer de momento, tomar contacto con el grupo visitante. Los vecinos procedían de todos los barrios, pero más de los barrios extremos, donde el transporte público es más necesario. El señor alcalde parece que dijo que hay reuniones estos días con asociaciones de vecinos y las están llevando a cabo los concejales responsables de estos menesteres, y añadió que hay posibilidad para la mejora de los servicios por señalarlo el convenio suscrito con el Cabildo.

Y dejó la reunión para los concejales responsables, en especial en el edil Dámaso Arteaga. Luego vino la confusión cuando dos secretarias informaron a los reunidos de que el alcalde no estaba allí dentro. ¿Y dónde estaba? ¿En rueda de prensa?, ¿en el WC? Hombre... ahí no se hacen esas cosas.

Entonces se escucharon los primeros gritos de "alcalde, da la cara". Se dice que los vecinos quedaron en llegar a las diez de la mañana para celebrar una asamblea en el barrio de La Salud y, desde allí, ir caminando hasta el Ayuntamiento, pero en las Casas Consistoriales solo encontraron concejales de los partidos Sí se Puede y Por Tenerife, que, por lo menos, los atendieron, aunque, a pesar de su denominación, no pudieron hacer nada positivo.

Y uno llega a pensar si es que el alcalde Bermúdez sigue con la matraquilla de su campaña electoral de convertir la Dársena de Los Llanos en paseo marítimo que ensanche la ciudad y las guaguas que lleven a los vecinos del barrio de La Salud a donde quieran. Los chóferes, no los vecinos.