¿SE IMAGINAN ustedes a todo un viceconsejero de Presidencia y mano derecha de un supuesto lehendakari del PNV diciendo disparates y dando borracho un discurso en el centenario de la muerte de Sabino Arana? Pues algo parecido ha ocurrido en Canarias.

Jorge Rodríguez, viceconsejero de Presidencia del Gobierno de Canarias y actual mano derecha del presidente autonómico, Paulino Rivero, dio un bochornoso espectáculo al subir en claro estado de embriaguez a la tribuna de oradores y realizar una intervención vergonzosa durante la celebración de un acto en homenaje al centenario de la muerte de Secundino Delgado, prócer del nacionalismo canario.

Entre otros disparates, Jorge Rodríguez afirmó, entre carcajadas, que quería que Canarias fuera "Una, grande y libre"; "que no pretendía discriminar a nadie", y que consideraba que "Canarias ya es libre". La actitud de Jorge Rodríguez -un conocido político que ha sido consejero de Empleo, consejero de Industria y consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias- muestra no solo un absoluto desprecio por la historia, cultura y dignidad del pueblo canario, sino además un nulo respeto a la figura del padre del independentismo canario.

La actitud de Jorge Rodríguez es sintomática de la hipocresía del nacionalismo de cartón piedra de Coalición Canaria. Eterna bisagra electoral por un sistema electoral a todas luces fraudulento y diseñado para mantener el "statu quo" colonial. Si crees que el sistema electoral en el Estado español es deficiente, es que no conoces el sistema canario.

El sistema electoral canario no solo es el de menor proporcionalidad (un voto en un sitio puede equivaler a diecisiete votos en otro), sino que además es el más restrictivo. En Madrid se saca un diputado con el 0,68% de los votos; en Cataluña, con el 2,17%, y en el País Vasco, con el 2,92%. En Canarias un diputado "cuesta" el 8,20% de los votos. A esto súmale unas barreras electorales del 30% insular.

Para que un sistema pueda empezar a ser considerado mínimamente democrático se exigen un mínimo de diez diputados por circunscripción electoral. En Cataluña se eligen de media treinta y cuatro; en Valencia, treinta; en Euskadi, veinticinco; en el Estado, dieciséis, y en Canarias tan solo 8,5.

Las elecciones en Canarias son un enorme fraude. Son un juego de tahúres con cartas marcadas. En realidad, Coalición Canaria es una enorme estafa al pueblo canario. Representa el mantenimiento de un sistema colonial y caciquil, secuestrando la voluntad popular e impidiendo que surja cualquier alternativa. Juega el papel de capataz de la finca del amo.

En un artículo del Grupo de Estudios Estratégicos se explica cómo en Canarias no ha habido transición:

"Las estructuras de poder, los métodos personalistas y los mecanismos clientelares han variado poco desde el franquismo, aunque ahora el sistema de acceso al gobierno insular sea democrático. Y esto no depende en absoluto de opciones políticas, sino de quién ostenta el poder. Hay poca diferencia de métodos entre las islas gobernadas por autoproclamados nacionalistas y las que lo son por socialistas o populares, aunque el nivel de arbitrariedad es mayor cuanto más pequeña es la isla. Esto conforma un tejido de poder a la venezolana, preñado de favores y contraprestaciones, ayudas o ausencia de ellas que vacían la legitimidad democrática y crean un caldo de cultivo propenso a la corrupción y, con ella, al ninguneo del Estado y de la legalidad y protección de los ciudadanos".

En realidad, los ahora mal llamados nacionalistas son los herederos familiares, sociológicos y administrativos del franquismo. Son los "pies negros" canarios y, al igual que los pies negros argelinos, son usurpadores ilegítimos y corruptos que se benefician de un sistema a todas luces injusto, protegidos por el negro de las botas de la policía y el negro de la toga de los jueces.

¿Dimitir o pedir perdón? Ni lo sueñes. Se permiten el lujo de reírse en la cara del pueblo canario subiendo borrachos a la tribuna de oradores porque se saben impunes. Convertir en una bufonada un acto de homenaje al centenario del fallecimiento del padre del nacionalismo canario demuestra que, aunque el pies negro se vista de nacionalista, pies negro se queda.