ME GUSTA, algunas veces, mirar hacia atrás, como hacen los historiadores. Me gusta porque se me permite celebrar jubilosamente los días de triunfo de nuestros abuelos y que haya también, al menos, comprensión para otros días que nos dejaron un no sé qué de angustia o desasosiego. Antes lo hacíamos así en los pueblos. Hoy es labor de la ciudad. Pero como a mí me gusta llevar la contraria a la mayoría (convencido, de antemano, de mi derrota), voy con tres centenarios relacionados con mi pueblo. Y que cada cual interprete las cosas a su aire.

En 1912 -ignoro el mes y el día- se fueron a Méjico en viaje de placer los hermanos don Paco y don Ramón Arocha. Trajeron, desde tierras aztecas, además de varios objetos artísticos, un dibujo o esbozo o plano o como ustedes quieran llamarlo de un pequeño inmueble que vieron en la plaza principal de una ciudad que había sido antes de Hernán Cortés o de Moctezuma, no estoy muy seguro. Era el kiosco de la música.

Nada más regresar a Garachico, don Ramón y don Paco, sin pensarlo demasiado, hablaron con el alcalde (don Ernesto de León Huerta y Salazar de Frías) para reproducir en la Villa de su nacimiento aquel hermoso templo musical. Dicho y hecho.

El Kiosco, pues, cumple ahora cien años de vida. ¡Cien años! Pero la madera no es eterna y el tiempo no perdona. La bella construcción está herida de muerte. Si el ayuntamiento no se decide, ¡inmediatamente! a proporcionarle las medicinas necesarias, nos encontraríamos con la triste circunstancia de que algo se ha muerto el mismo día en que comenzaba a llamarse "pieza secular". Y de nada servirían las lágrimas.

Ahora copio literalmente del libro "Efemérides de la Villa y Puerto" los conceptos que siguen:

"El 23 de agosto de 1912 se celebró en Garachico un acto solemne para aceptar y jurar la Constitución Monárquica, siguiéndose Orden de las Cortes al comandante General y de este al Obispado de Canarias, quien la trasladaría al párroco y regulares. Habría de leerse en Misa solemne, de domingo, antes del Ofertorio, un Exhorto con amplia explicación. Y luego, al terminar la Misa, habría que jurarse por todo el Clero y el Pueblo, sobre los Santos Evangelios, cantándose después un Te-Deum.

Siguiendo las costumbres establecidas para las festividades especiales, hubo repiques, salvas de Artillería, luminarias y diversiones. Al acto de la parroquia asistieron las tres comunidades religiosas de frailes, que entonces había en el municipio: dominicos, franciscanos y agustinos. El templo se vio muy concurrido de fieles y todo se desarrolló con la solemnidad de los días grandes".

Es cuanto he podido leer en el libro anteriormente citado.

Hablar sobre la Constitución de 1812 es más trascendente que ocuparse de un kiosco de madera. Si ahora hablamos de futbol entraríamos en un galimatías colosal, mezclando churras con merinas. Pero corro el riesgo para decir que el primer equipo de futbol de Garachico nació con el kiosco, pero no con la Constitución, que gana por un siglo de diferencia. Por uno a cero. Y como quien ahora les habla nació en 1929 ha tenido la oportunidad de conocer personalmente a cinco de los componentes de aquel conjunto. Guardo, por si el lector quiere verlas, la antigua fotografía y todas las partidas de nacimiento de los componentes del equipo, menos la de don Rafael Soler Torregrosa.

He tratado tres temas muy dispares, pero 1912 fue un año especial. Yo, además, sería muy feliz si el Ayuntamiento, gracias a este trabajo, se decidiera a salvar la vida de un retazo histórico de la Villa. Don Heriberto tiene la palara.