LAS AMENAZAS, cinco minutos antes de cumplirlas. De nada sirve amagar si no está en las manos del amenazante la posibilidad de cumplir su advertencia. Más aun: si incluso pudiendo aplicar la represalia el ofendido opta por no hacerlo, el ofendido se convierte de inmediato en el pito del sereno.

¿Podía España tomar represalias sustanciales contra Argentina tras el robo de Repsol? En el aspecto económico, pocas. El Gobierno de Rajoy podía dificultar las importaciones argentinas, desde luego, pues la balanza comercial favorece al país sudamericano, pero a costa de dejar a muchas empresas españolas, algunas de ellas importantes y con importantes intereses, a expensas de nuevos caprichos de la señora Fernández y su peronismo trasnochado. En el aspecto político, también pocas. Muy pocas más, en realidad, de las que emprendieron los ministros del PP: ir a llorar ante sus socios europeos y llamar al amigo gringo. No los mandaron directamente al carajo, como hubieran hecho con Zapatero, pero tampoco les prestaron mucha atención. Lo cual fue una forma de mandarlos al carajo, aunque indirectamente.

En consecuencia, por recordar la coletilla de Felipe González -¿le hubieran hecho esto a un Gobierno de González?; seguro que no-, lo que procedía era no sacar la lengua a paseo gratuitamente. Y si alguien la sacó, como hizo José Manuel Soria con toda la razón del mundo, el paso siguiente era llamar a consultas al embajador en Buenos Aires. Y si la peronista seguía en sus tres, el paso siguiente era enviarle al embajador argentino un billete solo de ida en el primer vuelo que saliera de Barajas con destino a su país. Cualquier cosa menos amenazar en falso porque entonces las consecuencias son, además de imprevisibles, nada buenas.

A partir de ahora cada vez que un caudillito, o una caudillita, de las Américas tenga un problema interno, sabe donde y como resolverlo porque el "supermercado España" ofrece género a precio de saldo. Que digo a precio de saldo; gratis y pagando la cama. Eso sí, como la dignidad hay que salvarla, en esta ocasión se ha apresurado el Gobierno del gallego a decir que la expropiación de Evo Morales no es igual que la de Cristina Fernández y que, de nuevo en consecuencia, el asunto no le afecta. Como las uvas que la zorra de la fábula fue incapaz de alcanzar: como no llegaba a la parra pese a sus repetidos saltos, dijo que no le interesaban porque estaban verdes.

¿Cuánto dinero ha destinado España a Bolivia en programas de cooperación internacional? Supongo que nos llevaría varias horas calcularlo. Como botón de muestra les diré que en aquel famoso BOE del 12 de agosto del año pasado, en el que Zapatero y sus ministros aprovecharon la desbandada canicular para colar otra tanda de generosas ayudas a sus amigos indigenistas, había subvenciones a Bolivia por un importe superior a los 5,3 millones de euros. Eso solo en un día. Dinero, junto con el consignado en los siete años anteriores de zapaterismo, que hoy nos vendría bien para no tener que cerrar hospitales o no recortar en investigación; por ejemplo. Si por lo menos nos agradecieran... Aunque ya dijo Don Quijote que hacer bien a villanos es como echar agua al mar. Bien es verdad que la culpa no la tienen tanto los sátrapas bananeros como el pusilánime Quijote que nos preside.

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