O SEA, la marea humana, una especie de "reboso ciudadano", que el pasado sábado inundó todo el Archipiélago canario, sobre todo, las islas de Lanzarote y Fuerteventura, con manifestaciones y concentraciones de protesta con numerosas personas tiznadas de negro protestando contra las explotaciones petrolíferas que pretende llevar a cabo Repsol, con la ilegal autorización del Gobierno de España, en la plataforma continental marroquí, nos salvará de la previsible marea negra que se nos venía encima por los irremediables derrames y/o vertidos de crudo en nuestras costas. ¡¡De la que nos hemos librado!!

Gracias a Dios y, sobre todo, gracias a los benefactores ecologistas de distintos tonos de verde (como los paisajes de Catamarca, Argentina, que dice la canción), y a los sensibles filo comunistas - marxistas - leninistas - socialistas y elementos afines y al espectro de "izquierda progresista" en general, Canarias ya no tendrá una apocalíptica catástrofe ecológica, y nuestro ecosistema marino-terrestre y fauna y flora correspondiente quedarán a salvo para siempre. Y qué decir de nuestros frondosos e inigualables sebadales, que escaparán así de la acción devastadora del fuel; y de Fuerteventura, la prehispánica Herbania, la "Mancha canaria", destierro de Unamuno, ya no se llamará "Fuelteventura" ni sus maravillosas playas se cubrirán de piche con innumerables peces y aves muertas. Nada de eso, la isla majorera conservará su nombre y seguirá formando parte de este balneario geriátrico europeo en que esa diversificada y rentable actividad turística ha convertido Canarias; indudable "motor de explosión" de su desarrollo y bienestar.

Por cierto, ¿qué intereses, que no sean los estrictamente turísticos, tiene en Canarias cierto touroperador para opinar sobre esas prospecciones, y hacer catastrofismo augurando tragedias y desastres medioambientales y demás? Quién tampoco se ha quedado corto es ese portento de dirigente político, el Paulino Rivero, que haciendo gala una vez más de un cinismo y una cara de hormigón armado, sin aluminosis, así como de la más abyecta demagogia, ha dicho que "la extracción de petróleo es incompatible con nuestro modelo económico". ¡¡Iletrado demagogo, manipulador! Que quede bien claro que si todos esos "protestantes" (de protestar) no reclaman la pertenencia a Canarias de esos yacimientos de petróleo y/o gas, al mismo tiempo que se oponen frontalmente a las prospecciones, es porque su españolismo, pese a autoproclamarse nacionalistas, les impide llevar a cabo tal reivindicación. En efecto, reivindicar la propiedad de Canarias de esos yacimientos implica poner seriamente en cuestión la tan cacareada y artificial "españolidad de Canarias"; argucia política que ya no se sostiene en pleno siglo XXI.

Pero, aparte de esas miméticas protestas ciudadanas, lo que nos llevaría a elaborar un exhaustivo informe sociológico de cómo un pueblo puede ser tan fácilmente manipulable, y que seguro obtendría una calificación "cum laude", es que el asunto este del petróleo se está pasando de castaño a oscuro, nunca mejor dicho, tratándose de oro negro. ¿Cómo pueden haber tantas opiniones encontradas en un asunto que en pura praxis de Derecho Internacional Público, y con el Derecho Marítimo en la mano, está meridianamente claro? Se trata, en primer lugar, de reconocer a qué país pertenecen por ley los deseados yacimientos de hidrocarburos y, por consiguiente, en qué espacios marítimos se pretende actuar conforme a Derecho, que no es el caso de España.

Y en segundo lugar estamos ante una execrable maniobra colonialista de España, que ha otorgado a dedo a Repsol unos permisos, ¡¡nulos de pleno derecho!! para realizar catas y para una posterior explotación en la, repito, plataforma continental de Marruecos. Hasta tal extremo es así que Rabat ha avisado a España de que tendrá que negociar los permisos dados a la citada petrolera. Además, ¿cómo pretende España, una entidad europea, porque su propia plataforma continental sea exigua, tener otra plataforma continental en África? ¿Ese Gobierno español está loco o qué?

Téngase en cuenta, para los legos en la materia, que, en efecto, la plataforma continental española es muy corta, si se toma como límite máximo el determinado por el veril de sonda o línea isobática de los doscientos metros reconocida en el Convenio de Ginebra de 1958. Solamente las costas aplaceradas del Levante español se prolongan bajo las aguas con alguna extensión, ya que en los litorales del Norte y del Sur la plataforma continental española oscila entre cuatro y quince millas (de las 200 millas reconocidas en la Convención de Jamaica de 1982); y en el llamado saco gaditano fluctúa entre quince y treinta millas. Donde más amplia se advierte la plataforma continental española es, como he dicho, en las costas levantinas que varia entre treinta y cincuenta millas. Es importante resaltar, que varios autores españoles le dan al conjunto del Archipiélago canario una plataforma insular, en este caso, entre cinco y diez millas; por lo que es metafísicamente imposible que, aún considerando la "españolidad de Canarias", lo que es mucho considerar, la dimensión total de la supuesta plataforma continental española, la propiamente dicha, más la plataforma insular canaria, llegue, ni estirándola, a esas 60 millas de las Islas Orientales, donde se tiene previsto actuar de forma unilateral y al margen del Derecho del Mar.

A propósito de este tema, y como hoy ya no tengo más espacio, dejo para mi artículo del jueves próximo el obligado comentario al escrito que el periodista de esta Casa Ricardo Peytaví publicó en la edición del pasado domingo día 25 de EL DÍA con el título "Aguas españolas, no marroquíes", cuyo contenido considero absolutamente capcioso. Y a pesar de que existe un pacto tácito, no escrito, de no agresión entre "colegas" columnistas -en lo único que coincidimos-, las veladas acusaciones del señor Peytaví a mi persona (¡y no me doy por aludido, solo me hago eco de sus dardos envenenados!) no pueden quedar ahí sin una respuesta adecuada. ¡Hasta entonces!

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