LA CAPACIDAD de poder opinar lleva en ocasiones a uno a meterse en asuntos de los que no tiene información nueva o conocimientos específicos, digamos que pajolera idea, y en las que, como es lógico, puede patinar olímpicamente. Lo sé, supongo que es un riesgo que asumimos los que nos exponemos en los medios o los que escribimos poco o mucho intentando captar la atención del respetable. En la televisión, por ejemplo, han achacado el caso del hombre que apareció descuartizado y quemado en Añaza a un ajuste de cuentas, a una presunta actividad como mula "o a un suicidio -dijo la presentadora-", en cuyo caso, atado con una verga y con las piernas en un lado, el tronco por aquí y la cabeza por allí, yo pienso -es mi opinión- que debió de contar con la colaboración de al menos un segundo sujeto.

¿Ves? E igual que ahí no creo equivocarme, en otras cosas, y en concreto en economía, en la que teóricamente puedo contar con más recursos, estoy convencido de que lo hago.

Observo en una foto, que sale en casi todos los medios, al presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean Claude Juncker -por curiosidad me he tomado la molestia de ver que Luxemburgo tiene 2.856 km2 y Tenerife 2.034 (las Islas Canarias 7.447 km2 de tierras emergidas), su perímetro es 359 contra los 342 de los chicharreros. Tenerife cuenta con más habitantes: 908.555; Luxemburgo, con 502.000, con mucha mayor densidad de población, 445,76 hab/km2 contra 194,10; y mientras su altitud máxima es de 500 metros aquí tenemos, si les parece poco, al Teide, con 3.718 m. Eso sí, en renta per cápita nos dan tres vueltas y media- ahogando descaradamente al ministro español de Economía y Competitividad, Luis de Guindos.

Defiéndete, cristiano. Parece un sádico del norte estrangulando al ex Lehman Brothers, que representa a un Estado en doble recesión debida a los registros de crecimiento negativo en el último trimestre del año, con previsiones seguras de que siga haciéndolo durante varios más. Hazle kung-fu. Según el profesor de la Universidad de Pennsylvania Jesús Fernández-Villaverde, "la combinación de la profundidad de la crisis inicial, no haber reestructurado lo suficiente el sistema financiero y una consolidación fiscal impuesta por haber agotado los márgenes de actuación de España en los mercados financieros nos han llevado a la difícil situación actual".

Ahogar hasta la muerte al ministro no, pero estimularlo a añadir una devaluación fiscal a la rebaja de salarios para creer que así se va a ganar competitividad, quizás sí. Es uno de los caballos de batalla para los países del sur de Europa: corregir sus desequilibrios vía devaluación. Hasta ahora, la deflación de salarios -trabajar más por menos- y de la economía en general es el camino escogido para mejorar la posición exportadora de los más débiles y así regresar a la senda de crecimiento.

La devaluación fiscal es una opción defendida por los profesores Emmanuel Farhi y Gita Gopinah, de Harvard, y Oleg Itskhoki, de Princeton, en un artículo en Project Syndicate. Parece sencilla, piénsensela: se incrementa el IVA, o en nuestro caso el IGIC, acompañado a su vez de una rebaja de las cotizaciones sociales. Con este simple movimiento se simularía una devaluación de la moneda (si no lo van a hacer en Madrid puede que quepa en los tramos autonómicos), ya que encarecería las importaciones y abarataría las exportaciones.

La rebaja de las cotizaciones sociales haría de contrapeso para que las empresas locales no subieran a su vez los precios por el incremento del impuesto al consumo y se obtendría un resultado similar al de una salida del euro y una devaluación monetaria, pero sin los riesgos que conllevaría la ruptura. Según las investigaciones de los autores, esta "devaluación fiscal" tiene efectos muy similares al de una devaluación tradicional en términos de PIB, consumo, empleo e inflación.

Además, no contravendría ninguna norma europea. De hecho, Francia ha anunciado que va a implantar algo muy similar y la propia Alemania lo realizó en 2007, cuando elevó su IVA del 16 al 19% y al mismo tiempo recortó las cotizaciones sociales del 6,5% al 4,2%. Los académicos aseguran que estas devaluaciones deberían ser limitadas, pero que, unidas a la reestructuración de las deudas, políticas monetarias acomodaticias, el apoyo del BCE y reformas estructurales, pueden ayudar a enderezar el camino.

Antes que asfixiarnos, habrá que estudiar posibilidades.

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