EL EDITORIAL publicado ayer por nuestro periódico, incluido íntegramente en primera página, ha tenido un gran impacto en la vida política y social del Archipiélago. Cada vez son más los canarios que se preguntan hasta cuándo podrán soportar estas Islas una presidencia políticamente tan nefasta como la de Paulino Rivero. No obstante, esperamos las reacciones en contra nuestra de los paulinistas y de los beneficiados por el paulinismo. No pasará mucho tiempo antes de que arremetan contra nosotros sus amiguetes; de manera especial los que han sido beneficiados por el concurso de las emisoras de radio en el que, como es sabido, se cometió un atropello contra esta casa. Se cometieron ilegalidades denunciadas ante los tribunales que habrán de pronunciarse en su día sobre lo sucedido. En ese concurso se le ha otorgado una licencia de frecuencia modulada a quien debe cientos de millones de las antiguas pesetas a Hacienda y a la Seguridad Social. Eso no solo deben investigarlo los tribunales, sino también el Parlamento de Canarias u otra institución a la que le corresponda hacerlo. El primer responsable es Paulino Rivero, pues fue él quien nombró al presidente de la mesa encargada de resolver el concurso, aunque todos los que han intervenido en esta arbitrariedad tienen que responder de sus infames acciones; es decir, de las ilegalidades cometidas en las concesiones de algunas frecuencias a amigos del presidente, de los que ya diremos sus nombres. Estamos hablando de "amigos" muy conocidos en el Archipiélago.

Paulino Rivero, su esposa, José Rodríguez y su familia han mantenido siempre una buena amistad desde la época en la que el hoy presidente del Gobierno de Canarias era alcalde de El Sauzal. Esa amistad siempre estuvo reforzada por la afinidad política. Una coincidencia de opiniones sobre los asuntos más trascendentales para Canarias que motivó el apoyo desde las páginas de EL DÍA que siempre tuvo Paulino Rivero. No es la primera vez que decimos, y lo repetiremos cuanto sea necesario porque es verdad, que Rivero le debe a este periódico el estar donde está. Admiramos su esfuerzo personal, pero en política el esfuerzo no lo es todo. También cuenta mucho la opinión pública, y a la gente no llegan los políticos si no lo hacen a través de los medios de comunicación. Nos referimos a los medios prestigiosos y con difusión, pues los de ventas raquíticas porque la gente no los lee nada pueden hacer a favor de nadie. En definitiva, si Paulino Rivero es hoy presidente del Gobierno regional, se debe al apoyo que José Rodríguez ha prestado y seguirá prestando a los nacionalistas de pro y honrados; es decir, a los auténticos nacionalistas.

Como decimos, Paulino Rivero y José Rodríguez mantenían una buena relación personal. Fue Rivero quien insistió varias veces ante el editor de EL DÍA que compartía sus criterios soberanistas y que, según sus palabras, la única diferencia era una cuestión de velocidad: José Rodríguez quería ir a 240 por hora mientras que Rivero, alardeando de prudencia, aconsejaba no pasar de ochenta. Mentira. El líder de CC ni era un auténtico nacionalista, ni iba a ninguna velocidad. Era, simplemente, un egoísta político pendiente de su bolsillo, el de sus familiares y el de sus amigos. Lo que se conoce como un recaudador. Esto comenzó a enfriar una buena amistad. La ruptura definitiva se consumó en el despacho de Paulino Rivero en la sede tinerfeña de la Presidencia del Gobierno autonómico, cuando quiso embaucar al editor de EL DÍA para que este lo elogiara por haber conseguido de Zapatero la Ley de aguas canarias. José Rodríguez se negó rotundamente a engañar al pueblo canario porque no veía ese asunto nada claro. Más bien le parecía otra tomadura de pelo de Zapatero, como lo fue la de invertir 25.000 millones de euros en el Archipiélago.

Desde ese momento, EL DÍA comenzó a hablar de "aguas en cestas". De aguas inseguras, porque ese supuesto mar territorial ni siquiera es de España y, en consecuencia, mucho menos puede serlo de una descarada colonia de España. Pertenece a Marruecos al estar dentro de su Zona Económica Exclusiva. Enrabietado ante la falta de sumisión de José Rodríguez, juró venganza Paulino Rivero y la consumó: le quitó a EL DÍA la emisora de radio más benemérita de las Islas. Una emisora, como decíamos en nuestro editorial de ayer, que ahora renace de sus cenizas porque, como dijo Hugo Chávez respecto a Bush, por donde pasa Rivero solo queda olor a azufre y también a miseria, hambre y muerte.