CUANDO el bueno de Andrés Chaves está tranquilo porque no lo sacan de quicio los partidos políticos, los dichosos sindicatos, que cobran del gobierno y atacan al idem (¿), cuando el Real Madrid cosecha alguna derrotilla, lo que no es normal...; como en esos casos tiene la cabeza libre de preocupaciones, se pone a contar cosas de sus amigos de cualquier tiempo. Andrés tiene más amigos que soldados tenía el gran ejército del no menos grande Aníbal, el cartaginés, allá por los años de Maricastaña. Pero no ha conocido a Churchill, ni siquiera a Franco. Se ha tenido que conformar con Fraga y con el casi olvidado Vizcaíno Casas. (Tengo una foto en la que aparecen los dos muy sonrientes). Creo que no ha conocido ni tratado a Rubalcaba. Y esto lo comprendo porque Rubalcaba es socio y simpatizante del Real Madrid y esto al pobre de Andrés Chaves no le hace ni pizca de gracia.

Ahora, hace unos días, nos ha contado el periodista portuense que tuvo amistad con el cantante universal Julio Iglesias. Nos ha contado también que, gracias a una tarjeta roja, entró en el camerino del cantante, el cual, luego, en su momento, le felicitó las Navidades. No sé si esto de la tarjeta roja tiene algo que ver con La Roja del marqués del Bosque.

Todo esto está muy bien; pero quiero que Andrés sepa que no me voy a quedar por debajo. También yo, sin salir de Garachico, he conocido y tratado a importantes personajes. Cinco presidentes de Gobierno: Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Carlos Arias Navarro, Rafael Caldera y Edgar Sanabria. He conocido a varios ministros: Martín Villa, Otero Novas, Cristina Alberdi, Sánchez Bella, Robles Piquer, Fernández de la Mora, Ricardo de la Cierva y algún otro que ahora se me escapa de la mente.

Por lo que respecta a actores, me ha resultado grato tratar a Carlos Lemos, Enrique Guitart, Emilio Gutiérrez Caba, Juan Diego, Mary Paz Ballesteros, Julita Martínez, Andrés Mejuto, María José Prendes... Sobre todo, me ha resultado muy grato conocer a dos presidentes (creo que se dice directores) de la Real Academia de la Lengua; don Manuel Alvar y don Fernando Lázaro Carreter. Ambos pronunciaron conferencias en Garachico, aunque en distinto tiempo. Creo que durante las alcaldías de Lorenzo Dorta y Juan Manuel de León. Conocí a los poetas Rafael Alberti, que me firmó un libro, Justo Jorge Padrón , Pedro García Cabrera, Rafael Morales, Leopoldo de Luis...

El viernes pasado estuve en la biblioteca y le pedí a Evelia el libro del fin de semana, como hago siempre. Me entregó uno de la Colección Clavijo y Fajardo, editado por el Gobierno de Canarias. Su autor resultó ser... don Manuel Alvar, del que me estaba ocupando unos minutos antes, como han visto ustedes. Casualidades.

A don Manuel no le entregué yo una tarjeta roja como Andrés a Julio Iglesias, pero sí mi libro "Historia de Garachico", que escribí y publiqué gracias al Cabildo y a su entonces consejero Marcos Brito, que se tomó mucho interés en ayudarme. Pero, además, el señor Alvar, cuya conferencia resultó formidable, como la del señor Lázaro Carreter, me dio, además, una gran alegría porque nada más empezar la lectura de su libro me encontré la palabra Abréu con tilde, que es como lo hago siempre. Somos, que yo sepa, cinco las personas que hemos elegido ese camino de la tilde: el señor Alvar, doña María Rosa Alonso, don Antonio Ruméu de Armas, el propio Andrés Chaves y quien suscribe. Y, al margen de lo que opinen ustedes, me parece más importante, mucho más importante colocarle la tilde correspondiente a una palabra aguda terminada en vocal que decir, como dice Julio Iglesias, que "la vida sigue igual". En primer lugar porque no es cierto que la vida siga igual como quiere hacernos creer el divo de la canción. A él le irán muy bien las cosas, pero no todo el mundo puede decir lo mismo.

Seguro que a mi amigo Andrés se le olvidaron muchos nombres cuando habló de Julio Iglesias. También a mí se me han escapado varios. Pero, en mi caso, son cosas de la edad, justificación que no puede emplear Andrés porque tengo edad para ser su padre. Y él lo sabe perfectamente porque se lo repito cada vez que se pone a presumir de viejo, que es un día y otro. Le han dicho que las arrugas y las canas "molan" y se lo ha creído. ¡Pobre!