EN ALGUNOS titulares de la prensa económica internacional se ha acusado al Gobierno de Rajoy de desafiar a la Unión Europea, relajando las exigencias de austeridad y fijando el déficit sobre el que se va a trabajar para confeccionar el cuadro macroeconómico de los próximos presupuestos del Estado en el 5,8% en vez del 4,4% que había pactado -para salir del mal trago inmediato- el anterior Ejecutivo socialista. Recordar que estamos en el 8,51%. Con un PIB que puede retroceder un 1,7%, identifican a Rajoy como un rebelde. Parece incluso que, según cuenta Carlos Herrera en su programa radiofónico, Zapatero ha calificado la decisión de locura por contravenir el tope impuesto.

Pobre Mariano, que apela continuamente a la sensatez, razonabilidad y sentido común. Lo que le faltaba, precisamente, a él. Dios lo libre de plantarse ante las exigencias de Merkel, pues ella lo sabía. De lanzar un órdago a la política de ortodoxia fiscal y rigor presupuestario defendida desde Europa y capitaneada por Alemania, y que ha situado otra vez a España en el punto de mira de los mercados, que han colocado la prima de riesgo de la deuda española por encima de la italiana.

Es lo único que puede hacer el hombre, porque aun partiendo de los números que salen tras su teórico pulso, el déficit que el mencionado 5,8% impone obligará a las administraciones públicas -Estado y Comunidades Autónomas- a añadir este año un ajuste de al menos 27.000 millones de euros. Es decir, que, a pesar de su virtual rebeldía, el Gobierno del PP tendrá que meter el tijeretazo de nuevo para realizar recortes por 12.000 millones de euros, que se sumarán a los 15.000 adoptados en diciembre pasado.

Esto no ha hecho más que empezar. Ahí no se acaba el ajuste, qué más quisiéramos. "La intención es alcanzar un 3% en 2013". Falta otro tanto; lo peor no ha pasado, y siempre suponiendo que no se vayan a desplomar todavía más la demanda interna y las exportaciones, cosa que en absoluto se puede descartar, para que poco a poco vayamos ingresando y gastando magnitudes equivalentes entre sí. Después se supone que, conseguido eso, tendremos que pensar en devolver los 700.000 millones que adeudan las administraciones públicas, porque también, y en el mismo tirón, habrá que dar viabilidad a las cuentas de la Seguridad Social, seguir afianzando el sistema financiero para que alguna vez vuelva a fluir profesionalmente el crédito o cubrir el déficit energético y reforzar los fondos de estabilidad y cohesión, por ejemplo.

No obstante, el rebelde Rajoy quiere aplicar la ortodoxia inmisericorde a los presupuestos de las Comunidades Autónomas que dependen de su poder. A la privilegiada por la naturaleza y bien posicionada en el globo, Canarias, que mal que bien ha hecho los deberes y a la que se le debe hasta lo que no tiene nombre, aunque su economía este asfixiada, reprimida y angustiada, como demuestran las cifras desorbitadas de pobreza y desempleo. Ya no es cuestión de mantenerse, sino de evitar el colapso a poco que tosa el turismo.

El futuro pinta oscuro, difícil, complicado. Supongo que cuando suba la marea se verá distinto, pero para que eso llegue habrá que sublevarse. Hay muchos referentes históricos. La rebelión de Pampanga, ocurrida en 1585, fue emprendida lógicamente por los líderes del pueblo papango, quienes reclamaban por los abusos cometidos por los encomenderos españoles. El alzamiento incluía una trama para asaltar Intramuros, pero no se llevó a cabo, porque una filipina casada con un soldado español los traicionó. Después de la de Pampanga, vino la del Tributo, la de Samuroy y la de Dagohoy. Ahora la de Rajoy, que trasladó al inicio de la cumbre a sus socios europeos que el compromiso fiscal de recortar 40.000 millones de euros para este año era inverosímil -igual que el tratado agrario con Marruecos-.

Eso sí, a pesar de la legítima indisciplina, el insigne insiste en el compromiso con la consolidación fiscal. "Siempre hemos dicho que no se puede gastar lo que no se tiene ni vivir por encima de las posibilidades", ha afirmado, al tiempo que subraya: "España ha liderado el compromiso con la estabilidad presupuestaria" al ser uno de los primeros países en incluir la llamada "regla de oro" -el límite del 0,5% del PIB al déficit estructural anual- en la Constitución.

En nuestro caso, igual. ¿Con Soria haciendo de filipina?

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