1.- Estoy hasta el moño de IñakiUrdangarín, del honorable juez Castro, del tal DiegoTorres, del Instituto Nóos, de los republicanos, de los indignados, de los estudiantes de Valencia, de los tertulianos de Telecinco. Estoy hasta el moño del debate que trata de si Urdangarín tenía que ir al juzgado andando o en coche (la idiotez del citado debate es reflejo fiel de la memez nacional). Hasta el moño de las carreras del duque, de su juicio paralelo, de las minifalderas de las tertulias que enseñan las bragas a la vez que opinan de si el duque y la princesa -infantas, las llaman aquí- deben separarse o seguir unidos para siempre. Estoy hasta el moño de este país en general y de que no circule por él ni un gramo de sensatez. Estoy hasta el mismísimo moño de JaimePeñafiel, de los sarasas de la tele en general y de los enanos y enanas de los programas del corazón y de los aguerridos invitados que no dicen sino tonterías. Prefiero el Gran Hermano, fíjense hasta dónde he llegado, en el paroxismo de mi propia desesperación. Este país está definitivamente idiotizado y la crisis lo ha idiotizado hasta límites siderales. ¡Dios mío, qué tropa desalmada la que puebla la pequeña pantalla! Me asfixian. Lo más serio que ha quedado de España es el fútbol. Si no fuera por el fútbol ya me habría suicidado.

2.- Estoy hasta el moño de los cuatro imbéciles que me insultan por la Internet, pero que se leen con avidez todo lo que escribo. Hasta el moño de leer lo mismo en casi todos los periódicos y de escuchar tonterías en la radio. Estoy hasta el culo de que casi todo el mundo en este país presuma de ser de izquierdas y del Barça, cuando yo me encuentro la mar de bien siendo de derechas y del Real Madrid. ¿Qué pasa, que no puedo ser de derechas y del Real Madrid o qué? Doy gracias al Cielo porque se ha terminado el Carnaval, harto de los tipos y tipas cargados, vomitándose en las esquinas. Porque, para tantos, el Carnaval es pota y tambaleo. Lo de los Óscar ha sido un soplo de aire fresco en medio de tanta trama judicial y mediática. Ay.

3.- Ah, me contaron que el enano saltarín (de quien estoy también hasta la bolsa seminal) me puso a caer de un burro, a mí y a sus jefes de la COPE, el domingo pasado, en una reunión de su cofradía. Me llamó un hermano para contármelo. Y, además, mintiendo sobre este periódico, que es lo más grave. El enano tiene incontinencia verbal y el día que me dé les voy a escribir unas indulgencias plenarias para que conozcan su currículo completo. Y así, con reproches, llego al final de la crónica de este miércoles puñetero, más cerca, por fin, del viernes bendito. Y eso. Espero que el fin de semana no siga Urdangarín declarando porque entonces me voy a abrir en canal, preso de la desesperación.

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