1.- Estos días me he deleitado con la música que me regaló Andrés, melómano que trabaja en el kiosco de la plaza de Garachico. ¿O debo decir plaza mayor, por la calidad de sus tertulianos? Hay otra tertulia excelente, en el "Dinámico" portuense, llamada la Cámara Baja. Las Cámara Alta desapareció cuando empezaron a morirse los viejos propietarios locales que se reunían allí. A don Antonio Castro Díaz le hacían bromas porque iba a las reuniones de sobremesa a dormir la siesta; y a mi abuelo Domingo Sotomayor, que era sordo, le vacilaban hablando bajito para que creyera que su audífono último modelo no funcionaba. En la Cámara Baja se juntaban los empleados, muchos de ellos de izquierdas. Ahora eso ha cambiado y la Cámara Baja se nutre de ilustres militares, como mi amigo Carlos Ramos Aspiroz, con cuya gorra de capitán salía yo, soldado raso, con su coche, por el arco de Hoya Fría y se cuadraban los alféreces, creyendo que era él; el camarada José Antonio Lubary Curbelo, un falangista de recia estirpe (yo creo que de Hedilla, aunque no lo diga); y mi querido compañero Salvador García, ex alcalde portuense, que hubiera sido histórico, si no hubiese tenido al lado a un señor tan torpe como un tal Antonio González, que le ralentizó todo, especialmente el urbanismo.

2.- Es bonito que la gente de los pueblos se reúna, para hablar de todo. Yo por Carlos Ramos, que fue del CESID pero no dice una palabra, siento no sólo amistad sino veneración. Una persona decente. Sigue siendo el mismo: educado, culto, atento y ligón. Nadie en el Puerto ligó jamás como él. Cuando se ponía el uniforme iba partiendo corazones. Y ahora, sin la prenda, yo creo que debe de quedarle algún rastro de glamour. Lubary vive tanto en Albacete, donde reside su hija, como aquí. El otro día lo saludé, él puro en ristre, en la plaza del Charco. Y Salvador sigue dedicado a la política, pero creo que en puestos administrativos. Un socialista cabal. Su padre, Antonio García, "el Tota", era amigo de mi padre. Hay más gente en esa tertulia, pero creo que a mí no me admiten porque los de derechas dicen que soy un ácrata y los de izquierdas que de derechas. Vale.

3.- Estos días he paseado mucho por el Puerto, porque bajo a cambiar la lotería, que nunca me toca. Mi padre llegó a comprar los décimos a Domingo el lotero ¡con letras de cambio! Cuando se murió encontramos en casa un armario lleno de décimos caducados, naturalmente sin premiar. Yo creo que nadie en España ha pagado la lotería a plazos. En fin, perdonen esta disquisición. He saludado a mi viejo amigo Bartolo Claveríe, que me anima a editar estos artículos. Ya se verá y gracias por los elogios.

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