TOMO para titular este comentario de hoy la palabra central del Seminario que ha auspiciado la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife y que han coordinado don Fernando Fernández Martín y don Antonio Martinón Cejas: "Política, políticos y ciudadanos".

Seis conferencias han constituido el ciclo entre el 16 de enero y el 16 de febrero. Y en todas ellas, al menos en las cuatro a las que he asistido, ya que dos de ellas me las perdí por causa de viaje, se ha puesto de manifiesto la degradación que viene sufriendo la política por causa de los políticos. Ciertamente, no de todos los políticos, pero sí una buena parte de ellos que han hecho de la política una clase de profesión que les permita vivir holgadamente a expensas del pueblo por el que dicen preocuparse. Andalucía está mostrándose como paradigma al efecto. Políticos que han hecho de aquel territorio su cortijo. Lástima que tales políticos estén representando, por gracia de las urnas, a aquel pueblo; y que el pueblo, como se ha demostrado en el reciente congreso del PSOE -los delegados al mismo son al fin y al cabo pueblo-, lejos de correr a gorrazos a quienes han mancillado las siglas y su historia con su comportamiento, gratifica a tales desalmados. El presidente de la Junta en la que se ha producido tanto desmán y afanamiento es hoy presidente del partido. Y se lamentan luego de la decadente credibilidad de los políticos.

La política es consustancial con la vida del ciudadano. Es la actividad de los que rigen los asuntos públicos. Pero también es la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto y/o con sus iniciativas legislativas populares. Y si esa política se desarrolla en democracia, que es el menos malo de los sistemas, tanto mejor. Ha de ser por ello que don Antonio Martinón tituló su conferencia "¡Viva la política!". Y es que, siendo la política lo que debiera ser, todos y cada uno nos deberíamos sentir orgullosos de poder dedicar una pequeña parte de nuestra vida a esos fines. He dicho una pequeña parte de nuestra vida y no una gran parte de ella, pues que tal, dada nuestra condición ¿humana?, lleva al totalitarismo subsumiendo el hecho democrático (ser elegido por el pueblo) a la satisfacción de intereses muy particulares e inconfesables.

Debieran ser los políticos los que forman parte del "partido" de los honrados (que en las otrora definidas izquierda y derecha los hay) quienes pusieran coto a tanto desmán y echar de la política a tanto corrupto e indocumentado que la desacredita.

Nos dimos, con la Transición, una democracia representativa sobre la que pusimos mucha ilusión. El devenir posterior ha llegado a poner en cuestión la bondad de la representatividad. Y surgió el 15M (los indignados), demandando una democracia real. Y me pegunto, dada nuestra condición humana, ¿a dónde llegaríamos con una democracia real? Sigo creyendo en la democracia representativa, pero arbitrando mecanismos que nos permitan elegir a los mejores y expulsar rápidamente a los sinvergüenzas. No pertenezco a la plataforma 15M, pero para indignado... yo.