Bugry Siegel, el fuera de la ley, se refugió en un lugar casi despoblado del desierto de Nevada en el lejano Oeste norteamericano. Corría el año 1946. Los rótulos de la modesta posada y taberna exhibían nombres españoles. Como era de esperar otros miembros del hampa empezaron a visitar aquel lugar tan seguro y tranquilo, y pronto aquello se convirtió en una acogedora timba, el sueño de los perseguidos por la Ley. Consiguen que el juego sea legalizado en todo el Estado y pronto abren su primer casino, el "Flamingo". Hoy día, 65 años más tarde de la llegada de Bugry Siegel, Las Vegas recibe más de 40 millones de visitantes al año y produce unos ingresos comparables al que generó todo el turismo en España en igual período. El gran lago formado por la presa Hoover cercana y el famoso Cañón del Colorado son otros atractivos a añadir a la visita.

Allí, en los más gigantescos y espectaculares hoteles del mundo, se establecieron famosos como Howard Hughes, multimillonario de la aeronáutica y el cine. Frank Sinatra, Dean Martín y Sammy Davis Jr. tuvieron una relación muy estrecha. Y ahora el rey es Kirk Kerkorian, hijo de emigrantes armenios que controla la mayoría de los casinos, 75.000 plazas hoteleras y casi la mitad de las apuestas y tragaperras (one arm bandits). Se le atribuye, según la revista Forbes, una de las mayores fortunas mundiales y la creación de los "megaresorts", donde combina las convenciones, espectáculos, boxeo y otros deportes con las ferias, el juego y las apuestas. Se ha expandido a Australia, Asia y ahora quiere fundar Las Vegas-Europa. Y el sitio preferente es la comunidad de Madrid. Los puestos de trabajo a crear son unos 270.000 y, como es natural, la presidente Esperanza Aguirre se ha esmerado en convertir su ejemplar región en el lugar preferido para estos nuevos inversores. El suroeste parece ser lo más indicado. Y por casualidad, cerca hay un pequeño pueblo de nombre El Álamo, cuyo homónimo en Texas es famoso en la historia americana. Y muy visitado.

José Luis Montesinos Sánchez-Real

Lecciones aprendidas

La lamentable situación en la que nos ha dejado Zapatero el país debería servirnos para aprender algo, lo contrario sería como decir que somos unos zoquetes. Un pueblo, una sociedad, debe aprender de su pasado. En las grandes empresas y en las grandes instituciones existen equipos dedicados exclusivamente a esta tarea, lo que les permite extraer consecuencias para ir buscando una eficacia que cada vez se muestra más necesaria para la consecución de los objetivos propuestos.

Creo que esta sería la razón última que le llevó a la Defensora del Pueblo, doña María Luisa Cava de Llano, el paso mes de septiembre, en el pleno del Congreso de los Diputados, a plantear la necesidad de castigar penalmente a quienes usan mal el dinero público. Y ella, como jurista de profesión, sabe muy bien que la cosa pasa por una reforma del Código Penal porque el vigente no contempla estas conductas.

Las responsabilidades políticas se depuran en las urnas, pero las administrativas y penales hay que tipificarlas para que puedan ser enjuiciadas. En esta misma línea se ha pronunciado recientemente el ministro de Hacienda, D. Cristóbal Montoro, y a mi entender este debería ser el camino que debería emprender urgentemente el Partido Popular, sencillamente por aquello de llevar a cabo lo que se contemplaba en el programa electoral que le ha dado el triunfo en las urnas.

En íntima conexión con lo anterior está el tema de la corrupción, auténtico cáncer no solo ya del sistema político, sino de la sociedad misma, que debe arbitrar fórmulas para extirparlo habida cuenta que los políticos han demostrado sobradamente que no están por la labor.

De la misma manera, los científicos de la ciencia política deberían pensar en buscar una suerte de sistema de alarmas que, una vez que se dispararan, obligaran a hacer una parada para realizar un test de funcionamiento de la máquina, algo similar a los tests de estrés que pasó la banca no hace mucho tiempo.

Nicolás Villodres Ríos

(Granada)