Persisten algunos miembros de Coalición Canaria, por ejemplo Ana Oramas, en buscar causas y culpas ajenas al Gobierno regional por el hecho de que estas Islas estén a la cabeza del desempleo en España y en Europa. No solo de la Europa continental sino también de la ultraperiférica, pues únicamente la isla de Reunión, posesión francesa de ultramar, está peor que el archipiélago canario en tasa de desempleo. Una décima peor para ser exactos; la citada isla ocupa el primer lugar en la clasificación del paro y Canarias el segundo.

Solo este dato debería invitar a la señora Oramas, al señor Rivero y a otros destacados dirigentes del nacionalismo vernáculo, pero sobre todo a los dos citados -ella por lo que ha hecho en Madrid con su apoyo durante la pasada legislatura al causante de la debacle española y él, a su vez, por lo que no ha hecho como presidente del Gobierno regional en los últimos cinco años- a un silencio cuando menos prudente. Nada de eso. Completamente alejados de una comprensible y hasta necesaria actitud vergonzante -hay quien sigue utilizando vergonzante como sinónimo de vergonzoso, pero qué se le va a hacer-, se lanza el uno, la otra y todos los demás a la autojustificación basada, como digo, en culpas exógenas. Si hay mucho más desempleo en Canarias, como de hecho lo hay, la razón no es otra que un enorme incremento de la población en muy poco tiempo. Medio millón de personas adicionales (un 25 por ciento de la demografía actual de las Islas; un 33 por ciento más de la que existía cuando comenzó la avalancha) en apenas diez o quince años. Este es el argumento que de nuevo -el argumento al respecto hace tiempo que no se renueva- ha vuelto a esgrimir Ana Oramas en un periódico de tirada nacional, o estatal como dice ella y los suyos, convenientemente amplificadas sus declaraciones por algún que otro vocero local, que para eso sigue comiendo bien de un pesebre no tan surtido como antes, ya no hay más cera que la que arde, pero en ningún caso absolutamente vacío de pitanza.

Como siempre, la mitad de la verdad. Cierto que ese incremento de personas, absolutamente real, es imposible de asumir por cualquier Administración, y mucho menos por quienes forman el Gobierno que ha nombrado un político manifiestamente mejorable como gestor cuan es Paulino Rivero. Ahora bien, ¿quién permitió un crecimiento desbordante y desbordado para que esas personas, la gran mayoría legítimamente, inmigraran a Canarias? ¿Quién permitió que se consumiera en apenas una década unos recursos de territorio que deberían haberse utilizado con muchísima más moderación a lo largo de más de medio siglo? Qué preguntas con respuestas tan obvias: esto lo han consentido y hasta lo han fomentado los mismos que gobiernan hoy, si bien antes lo hacían con el PP y ahora con el PSOE. En cada momento con quien convenga; en definitiva, con cualquiera que se preste a la componenda. De nada vale recurrir, como clavo ardiendo exculpatorio, a un problema que ellos mismos han creado por ignorancia o por interés; más bien por interés, aunque a estas alturas lo mismo da.

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