HOY me toca descansar. Descansar de temas lingüísticos, quiero decir. Porque dejar este trabajo, este espacio me resulta imposible. ¿Qué podría hacer si no me dirijo a ustedes cada semana? Lo que ocurre, amigos, es que no sé qué debo contarles, si no tiene que ver con mi querida Gramática. Voy, de todos modos, a comentar brevísimamente unos párrafos que he ido leyendo por ahí, para ver cómo los ven ustedes.

Supongo que el tema no es nuevo, pero sí lo es para mí: según el articulista Carlos Reviriego, vengo al conocimiento de que el universalmente admirado y conocido y aplaudidísimo pintor Van Gogh, cuya dramática vida conozco un tanto, sólo pudo vender un cuadro en toda su vida. Recalco lo de porque él era vendedor de cuadros ajenos. Era su trabajo. Si esto que ha escrito mi tocayo Reviriego es cierto, obtengo la conclusión de que las obras de Van Gogh no gustaban a sus contemporáneos. Entonces, si estas cosas ocurren, ¿por qué me llamaron analfabeto en su día ciertos señores al leer lo que escribí entonces sobre un señor llamado Antoni Tapies?

Otra cosa: Cuando leí por vez primera "Platero y yo" tendría quien ahora les habla unos 18 años, edad que, tal vez, no me permitió darme cuenta, al menos, de la emoción que nos trasmitía el poeta. Pero también se me escaparon otras cosas. Me he encontrado ahora, en mi nueva lectura, con una noticia que yo ignoraba y que me atañe. Por devoción. Resulta que San Roque es el patrón de los panaderos. Yo conocía su trabajo como intercesor ante epidemias como la peste, pero desconocía su relación con las panaderías. Hasta que me dijo Lolo:

-No te das cuenta de nada, tío. Tú deberías saber perfectamente que el perro de San Roque, además de no tener rabo, como dice la gente, llevaba cada día al santo de Montpellier un pan que era el único alimento de quien tanto amó a su prójimo. ¿Por qué te extrañas, entonces, de lo que has leído en la historia que cuenta don Juan Ramón?

Le doy la razón a Lolo y sigo adelante.

Aunque algunos lectores no lo crean, los periódicos deportivos suelen tratar en sus páginas temas culturales. Por eso no puedo extrañarme de leer en "Marca" unas durísimas palabras, que les traslado a los no aficionados al fútbol: "Para mandoble, el de Arturo Pérez Reverte; dice que la educación y la cultura están en manos de analfabetos". Creo que se ha pasado don Arturo. Y se ha pasado más de un pelín, como dicen algunos. ¡Hombre, don Arturo, con lo que yo lo admiro! ¿Por qué nos dice usted esto?

Sigo con "Marca", pero sin entrar en lo deportivo. (Quiero decir, sin darle importancia a lo deportivo; sólo a la comprensión del idioma). Don Vicente del Bosque, en una entrevista concedida recientemente a no recuerdo qué cronista, se atrevió a decir esto: "Me gusta que nos llamen La Roja. Es un mensaje de que somos un equipo". Así, como ustedes lo leen. Lo que yo he podido entender, con cierto esfuerzo por mi parte, es que conjuntos como, por ejemplo, el Español o el Betis, blanquiazul uno y blanquiverde el otro, no pueden llamarse equipos. Tendrían que cambiar el color de su atuendo. O mancharlo con mercurio cromo para disimular.

¡Ay, don Vicente, con lo fácil que resulta decir la palabra España. O selección española, al menos!

Sabrán ustedes, porque se ha dicho en la prensa, la radio y la televisión, que don Manuel Seco, académico de la Española, acaba de publicar, con gran éxito, su "Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española". Lo tengo ya en casa y, en efecto, me parece del mayor interés. El llamado Panhispánico está luchando para no verse rezagado. En un comentario del periodista Ricardo Senabre sobre la obra de don Manuel, en la revista "El Cultural", se afirma lo siguiente: "Las discrepancias con el DRAE son frecuentes, y en casi todos los casos hay que suscribir la opinión de Seco por ser más sensata".

Aunque sea cierto, resulta un poco desconcertante, o descorazonador que un académico esté contra la Academia a la que pertenece. Claro que la opinión es libre. Pero no me negarán ustedes que esto es un poco como ir los pájaros contra las escopetas. Lo dejo aquí para no meterme en camisa de once varas.

Total: que estoy hablando de Gramática. Sin pretenderlo.