A FINALES de 2009, nos habíamos aventurado a preguntarnos en la obra "España en la encrucijada" si no estaríamos camino de una segunda Transición. El suceso del 14-M, sin aclarar del todo, pero que llevó al poder al socialismo hasta dejar a España convertida en un erial, será siempre un dato. Otros están en la corrupción -¡y no pasa nada!-. O el caso Faisán. El 20N-2011, fecha de las elecciones generales, y sus efectos iniciales nos tientan a dudar si esa segunda Transición se está cumpliendo. Primero, por la necesidad de superar la crisis económica, urgente y grave, en buena parte teledirigida desde la Unión Europea. Y segundo, y al tiempo, por idéntica necesidad y urgencia de una regeneración institucional. Sobre la primera hay una clara coincidencia del nuevo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy -aunque alguno lo calificase con soberbia de registrador de la propiedad-, con independencia de que él presida asimismo la Comisión de Asuntos Económicos. Sobre el regeneracionismo, en esta hora de España, no encuentro, en principio -ya di en mis comentarios los cien días previos a la elección, y acaso hagan falta otros tantos-, las ideas y los hombres con ese aire. No lo digo por la ausencia de Esteban González Pons, o Astarloa, o Pizarro, o Esperanza Aguirre, o María San Gil. Sí es de destacar la de los abogados del Estado al poder.

En la Real Academia de Doctores de España, en el Casino de Madrid, y también en la obra citada, dedicamos nuestra atención a la búsqueda de los valores ético-jurídicos de la crisis. El Papa Juan Pablo II había apelado a las "raíces cristianas de Europa". El actual Pontífice, el día 22-12-2011, en la audiencia a la Curia de Roma, volvió a insistir en que las respuestas a la crisis están en el Evangelio: "Siempre que el interés personal se imponga, se oscurece el conocimiento debilitado que no es capaz de fortalecer la voluntad, para inducir a las personas y a los grupos sociales a renunciar a sacrificios". La idea fue añeja. Chesterton, cuyos 75 años de su muerte celebramos, dijo que "el problema hoy es que ciertos poderes y privilegios se han extendido por todo el mundo de un modo tan incontrolado que escapan tanto al poder de los moderadamente ricos como al de los moderadamente pobres".

En la línea protestante, ya en torno a 1920, Max Weber había meditado y escrito sobre "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", obra traducida por Legaz Lacambra, y reeditada en 2009. Su presentación y prólogo nos fueron encomendados por la Editorial Reus, y ha tenido plena actualidad por la comprensión de la actual crisis mundial, iniciada también en países puritanos y protestantes.

Entre nosotros, el académico y teólogo Olegario G. de Cardedal escribió recientemente (Abc, 20-12-2011) una "Tercera" titulada "El reto y la respuesta", sobre la crisis moral y política, con una interpelación a las responsabilidades: "No podemos pasar en silencio sin examinar las responsabilidades de la anterior fase política". En definitiva, tanto por los antecedentes cercanos como el talante y primeros indicios de los titulares de Justicia e Interior, nos tememos que la voluntad política a este respecto vaya -según algunos- por el camino de "pasar página".

Claro está que esa actitud regeneracionista también pudo estar en el lado de la izquierda. La hubo en un intelectual fallecido el día siguiente del 20N, Javier Pradera, nieto de Víctor Pradera, el cual yace en Paracuellos del Jarama, Madrid, y a cuyo padre lo mataron en San Sebastián (seguimos en el proyecto Congreso de Estudiantes de 1955). Era número uno de su promoción para el Cuerpo Jurídico del Aire. Nosotros participamos en la solicitud del sobreseimiento del proceso abierto. Su viaje impensado a un Congreso en Rusia le obligó a pedir la baja en su carrera militar. Editorialista de El País, pudo haber sido un regeneracionista de la izquierda. Soñador, editorialista y poeta.

Otro regeneracionista frente al franquismo fue compañero mío en los PP. Escolapios de Zaragoza, José Vidal Beneyto, presidente de la Acción Católica del colegio, e iniciado apostólicamente cerca de monseñor Escrivá de Balaguer, en Roma. Se suma luego a la plataforma democrática con Carrillo. Gran sociólogo. Pero tras la Transición no encajó su regeneracionismo, que era de fondo. Murió hace años. Otro europeísta de izquierdas, pero sin hueco político en el escenario español. Siempre me preguntaba por la Escuela Pía.

Estas pinceladas han querido cubrir mi silencio sobre las vicisitudes y aconteceres electorales. Aunque sigamos dando a nuestro gobierno los clásicos cien días, hemos querido adelantar este criterio de la regeneración institucional, moral y social, que estratégicamente nos parece que de momento, al menos, no parece que vaya paralela a la meramente económica. En el tema de la formación profesional y paro, por ejemplo, la ubicación del primer grado de la misma en el seno de las empresas -así viene ocurriendo al Ejército-, al ilustre sociólogo Ministro Wert no lo vemos para esta visión creadora y desideologizada de la escuela. El regeneracionismo es algo más que una cuestión sociológica. Porque sin una reordenación, un esfuerzo, una calidad y una voluntad de hacer de la escuela centro de la libertad opcional de los padres no nos acostumbraremos a desandar otros caminos, superen o no la corrupción. Ya que esta faceta genéricamente alcanza, por ejemplo, a la división de poderes, con una magistratura independiente.

Hablamos de la desmotivación de la unidad de España, la telebasura, la familia, la eutanasia, el reparto de competencias y soberanías, la desconfianza en la limpieza, desde arriba, de la vida española, el aborto, etc. Aunque esa regeneración, que casi no tiene límites en las instituciones, no alcanza solo, y no sería poco, el campo de un Estado social y democrático de Derecho. También en los partidos y en los sindicatos. Carlos Dávila, en "Una Corona que nos conviene", se llega a preguntar: "¿Se imaginan al erasmista de la izquierda Peces-Barba dirigiendo la nueva República?". Por el contrario, "no sacrificaron nuestros muertos sus preciosas vidas para que nosotros podamos descansar" (Franco, en 1959, al inagurar el Valle de los Caídos). No me ha parecido buen síntoma regeneracionista esa rectificación unilateral de volver a colocar la estatua de Azaña donde inicialmente se puso, frente a Isabel II, por la solicitud de un solo diputado. ¿Dejar las cosas como están?

Que Dios ayude al nuevo gobierno. Le hará falta, sin duda. Ya que no caben "cirujanos de hierro", como vislumbraba Joaquín Costa, cuyo centenario se ha celebrado en 2011 y ha pasado muy desapercibido. Sí que deben tener hueco los regeneracionistas. La quiebra ha llegado más lejos de lo económico. Y no es placidez espiritual la que propugnamos aquí, sino algo que se embebe también en las familias, en los niños, en las escuelas, en las empresas y en el tono de una sociedad que quiere ser libre pero también responsable. Los españoles deben ser justos y benéficos, decía la Constitución de 1812. (La fotografía en el día del mensaje navideño del Rey, situado entre Zapatero y Rajoy, fue llamativa. No se recuerda otra cuando, tras la Transición, situaba a Franco, de quien recibió los poderes). Todo ha cambiado. Que sea para bien.