NO LA QUIERO coger con ella, al contrario, no me disgusta el ejercicio de su labor de complemento en tierra al muy concentrado y poco transmisor presidente Rajoy. Lo que sucede es que hay unas imágenes comparadas por ahí circulando, con mucho éxito en internet, que son tremendamente simpáticas y que reflejan con gracia lo que generalmente puede suceder en política y en economía. En todo, dicho sea de paso. ¿Nunca han visitado a un médico por primera vez y te dice que lo que te había diagnosticado y recetado tu anterior galeno era un disparate, o un mecánico que asegura que tu coche no tenía lo que ya te arreglaron chapuceramente o que pagaste por otra cosa distinta a la que te va a reparar él?

Las pautas de la conducta humana se repiten, y como nos gusta tanto el vacilón son caricaturizables en lo previsible. Para hacer una excepcional y convincente serie de dibujos animados, como es la que protagoniza la familia Simpson, se estudian los comportamientos de los seres más o menos inteligentes, se evoluciona en la psicología de los personajes, se analizan al detalle los entornos, las conductas y las reacciones en los contextos inventados interactuando siempre con la realidad. Cada movimiento, cada nombre, cada fondo, cada conversación o cada color están masticados por amplios equipos de especialistas que prevén más o menos lo que diría hasta un presidente serio de los Estados Unidos ante un ataque extraterrestre.

En esta ocasión se observan con claridad los argumentos similares a la hora de explicar las subidas de impuestos y los recortes gubernamentales que se han puesto en marcha. Por eso la repercusión. En la ficción, Lisa Simpson es la presidenta de EEUU y ha de explicar su política económica ante un gran déficit americano. Se trata de una niña superdotada que cuestiona continuamente el mundo adulto. La hija mediana de Homer y Marge Simpson, y hermana de Bart y Maggie, goza de un notable protagonismo y complejidad en la serie, ocupando un puesto en los top ten de los mejores personajes, habitualmente por debajo de Homer o Mariano, y en ocasiones de Bart o de Guindos.

Lo cierto es que Soraya Sáenz de Santamaría clava las declaraciones de Lisa perdiendo la virginidad en su papel de vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno anunciando compungidamente que hay que acabar con la sangría de la vena pública con medidas temporales y excepcionales que no estaban contempladas.

En el capítulo "Bart al futuro" de la undécima temporada de "Los Simpsons", Bart se cuela en un casino indio en el que un apache le presenta una visión sobre su futuro. En dicha visión Lisa es la presidenta que ha heredado una enorme deuda y tiene que tomar medidas extraordinarias. Se ve obligada a anunciar a la nación una subida de impuestos que decide llamar "ajuste temporal a reembolsar", cuando Soraya la denomina "subida temporal de determinados impuestos". El vídeo sigue intercalando escenas y palabras del discurso en el que Lisa aparece en los medios con las intervenciones que protagonizó la vicepresidenta del Gobierno cuando anunció medidas extraordinarias debido al déficit heredado e inesperado. Lo sorprendente es la similitud de esquemas y razonamientos de ambas mujeres, la de ficción y la de carne y hueso.

Pero, también, ¿qué va a decir si no puede explayarse y largar todo lo que le pide el cuerpo? No puede reconocer que no tiene ni repajolera idea de cómo se va a salir de esta. Es más, como el déficit también depende, y mucho, del crecimiento, no tiene ninguna seguridad de si va a acabar siendo un siete, un ocho o un nueve, con la particularidad añadida de que cada 0,1% supone unos mil millones más, tranquilamente. Tampoco puede arremeter ahora contra los anteriores responsables y acusarlos de manirrotos. No puede afirmar que el gobierno de Zapatero mintió porque pondría en peligro el reconocimiento internacional de las cuentas del Reino. No puede tampoco comprometerse a hacer lo mismo que Cameron en el Reino Unido con medidas contundentes al principio, porque lo mismo no es suficiente; ni puede ofrecer cifras aproximadas de previsiones sobre las que se trabaje, porque en una parte ni existen ni pueden existir, dado que dependen de los daños y apaños de hoy.

Soraya, Lisa y cualquier otra utilizarían en circunstancias extrapolables un mensaje parecido.

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