ESPAÑA se ha situado por delante de EEUU en obesidad infantil, con un 19% de niños obesos frente al 16% de los estadounidenses. Este es un problema de salud pública muy preocupante, y a juicio de los expertos en nutrición estos menores tienen mayor riesgo de desarrollar problemas cardiometabólicos, diabetes tipo 2 o arterosclerosis antes de que lleguen a convertirse en adultos.

Efectivamente, los expertos estiman que en 2021 la cifra de personas con diabetes superará los tres millones. Nueve de cada diez casos son de tipo 2, una gran epidemia para los países desarrollados, cuya prevalencia aumenta con la obesidad. El estilo de vida sedentario, el sobrepeso y la obesidad son factores influyentes en esta patología.

Curiosamente, en España la tasa de obesidad infantil en 1982 era solo de un 5%, mientras que en la actualidad el índice de obesidad se ha multiplicado por cuatro, alcanzando el 19%. Y ¿a qué es debido este aumento?

Vamos a describir un ejemplo harto frecuente que la mayoría de nosotros observamos o incluso protagonizamos en las grandes -y pequeñas- superficies comerciales. Una familia va a hacer la compra. Como el niño se pone pesado, los padres le abren una bolsa de papas fritas y luego una chocolatina para que se entretenga mientras ellos llenan el carro de la compra. Al finalizar, dejan las bolsas en el coche y deciden quedarse a comer en el mismo centro comercial, concretamente en un restaurante de comida rápida. El niño pide hamburguesa doble, con papas fritas y un refresco. De postre, helado. Con tanta grasa y tanta azúcar el niño se está poniendo "gordito", aunque la abuela dice que no, que ella lo ve hermoso y saludable. Esta familia, aunque parezca imaginaria, es el prototipo de muchas que tienen un hijo con sobrepeso debido a unos malos hábitos de nutrición.

Con un ejemplo tan generalizado como el descrito no es de extrañar que los motivos por los que la obesidad infantil avanza al galope en España se deban a que los niños comen mucho peor que antes. Comen más alimentos grasos y en mayor cantidad. La comida no es la clásica, no es la mediterránea, sino que se da prioridad, porque ellos lo prefieren -y sus padres lo consienten-, a mucha pasta, hamburguesas, perritos calientes, fritangas, papas fritas, etc. Es decir, mucha "comida basura", amén de bollería industrial, chocolate, chuches, refrescos azucarados, etc. Al mismo tiempo, el niño no hace ejercicio y se va directamente del colegio a su casa a practicar "tumbing", a jugar con el PC, la videoconsola, la Wii, ver la tele, etc. Consecuencia: una generación de niños obesos o con sobrepeso. Y lo peor es que estas cifras siguen creciendo hasta el punto de que la Organización Mundial de la Salud considera ya la obesidad como la epidemia del siglo XXI.

Y ¿qué remedio se puede aplicar? El aumento de la actividad física, como parte de una educación habitual, sin asociar el ejercicio físico a un castigo, así como el cuidado en la alimentación son las claves para asegurar generaciones sanas. Esto es, la prevención.

Así es. Siendo gobernador de la ínsula Barataria, Sancho Panza se lamenta a Don Quijote por escrito de que "este tal doctor dice él mismo de sí mismo que él no cura las enfermedades cuando las hay, sino que las previene, para que no vengan; y las medicinas que usa son dieta y más dieta, hasta poner la persona en los huesos mondos, como si no fuera mayor mal la flaqueza que la calentura". El torturador del escudero Sancho es el doctor Pedro Recio, natural de Tirteafuera.

La obesidad es un problema que no solo afecta a los niños. Hoy la obesidad se ha democratizado, está al alcance de todos los bolsillos y es fácil sucumbir a ella. España tiene un 38,7% de la población adulta con sobrepeso y un 14,5% con obesidad, previéndose que esta patología aumente considerablemente en pocos años. El abandono de la dieta mediterránea y los hábitos poco saludables parece que están empujando a la población española a convertirse en un conjunto de gordos, sedentarios, hipertensos, diabéticos y fumadores. Factores biológicos de riesgo cardiovascular.

Don Quijote, consciente de la obesidad de su fiel escudero Sancho, adoptaba una visión más escéptica y le reconocía a este con displicencia: "Yo nací para vivir muriendo, y tú para morir comiendo".