CUANDO las elecciones generales estaban próximas en el horizonte político español, el partido de los socialistas-obreros sufrió una dura y disimulada campaña interna que enfrentó a Rubalcaba y Carme Chacón, choque que dura hasta hoy. En aquellos días escribimos aquí mismo que la ministra de Defensa no había dado un paso atrás para dejar el camino expedito a su compañero (dejémoslo así). Muy al contrario, fue el inicio de una perfecta maniobra ideada maquiavélicamente por la líder catalana, fuertemente contestada en diversos ámbitos de la vida nacional. A medida que transcurren los días y se acerca el final de febrero, fecha elegida para celebrar el congreso (que algunos ya quieren retrasar hasta el verano, vista la fuerte marejada manifiesta), los seguidores de la señora catalana han criticado abiertamente, y sin ningún tipo de rubor, los desastres del último gobierno de Zapatero, olvidando, con una extraña pirueta, que ellos formaron parte de aquella ruina que favoreció el calamitoso estado actual de España... a todos los niveles.

Esta gente opina que existe un nuevo proyecto socialista y que, sin dudarlo, deben incorporarse a él figuras tan trascendentales como el obrero López (unos 50 millones de pesetas anuales de remuneración -es el salario mínimo interprofesional de los socialistas distinguidos-) y Leire Pajín, aquella formidable ministra (vasca, pero desde pequeñita en Alicante) que utilizaba frases tan exquisitas como "vivir de cojones como una ministra"; o, al ser preguntada por las razones que la llevaron a situar a una amiga en un puestito, contestó: "Solo faltaba que la ministra no pueda nombrar a la que le salga de los cojones".

Bien. Por un lado, tenemos a un solidario canario-europeo que admite esa insultante diferencia de salarios entre él y los que ganan 400 euros al mes... o nada. Por el otro, la defensa del rico idioma español para, entre epítetos y sentencias prodigiosas, aderezadas con irrigaciones de la lengua romance de Chacón, configurar todo este movimiento contra Rubalcaba (aunque lo nieguen). El fin estriba en que surja un nuevo socialismo que suceda y oculte todas las insensateces de Zapatero (es una expresión menos dura) y nombrar a la exministra de Defensa, con visos independentistas, aspirante a la secretaría general de la formación política autodenominada progresista (por cojones, emulando a Pajín).

"Mucho PSOE por hacer", críticos del leonés, y "Yo sí estuve allí", a favor del falsario, son los dos manifiestos enfrentados y de los que Zapatero, contemplando el paso de las nubes mientras saborea un cocido maragato, no quiere ni entrar ni opinar. Más adelante tendrá ocasión de seguir el movimiento de otras cosas en la dirección de la Fundación Ideas y desde su puesto en el Consejo de Estado, junto a la señora Fernández de la Vega, quien, como su exvicepresidenta, contribuyó, eficazmente, al hundimiento total de una nación que, pocos años atrás, era respetada en el planeta. Cada uno recibe como salario mínimo l60.000 euros anuales..., más todas las prebendas que conllevan estos puestos que no sirven para nada, como son coche, chofer, escoltas, despacho, dos funcionarios con sueldos de 70.000 euros y su secretaria, más comedida, que cobrará la mitad. Ha manifestado, cómo no, su intención de pronunciar conferencias allá donde le llamen. Como apreciarán nuestros pacientes lectores, la historia se repite. González, Aznar, Zapatero y, ya llegará, Rajoy.

Mientras, Rubalcaba sigue su camino errático heredado de las desastrosas consecuencias de las elecciones, hasta el punto de llegar a declarar públicamente que hará una oposición fuerte y responsable en esta legislatura durante la presentación de su candidatura el pasado jueves, defendiendo unas primarias... ¡a la francesa!, cuando las negó (solo primarias) en la campaña del 20 de noviembre. Impresentable. Ante estas evidentes confusiones que persiguen la perpetuación en la política, ya han salido alternativas en toda España. Parece claro, pues, que el horizonte de los socialistas-obreros llega, más que oscuro, negro. Pero ellos están acostumbrados a estos superables contratiempos. La experiencia con Felipe González y Alfonso Guerra ha modelado un extraordinario bagaje lleno de medidas inconfesables para salir rápidamente de los atolladeros. Sin realizar un importante esfuerzo intelectual, la mayoría del común pensamos, atendiendo a las consecuencias, que todos estos desaprensivos políticos profesionales debieron dimitir la misma noche de las elecciones y desaparecer en las más crematísticas oscuridades para, por fin, dar paso a la gente joven de la organización desconocida y limpia. ¿Rubalcaba o Chacón? Por favor...