ES UNA PENA que Ángela haya perdido el espíritu navideño. Ya no se acuerda qué celebra medio mundo por estas fechas. Del árbol sí, de las luces de colores y del Papá Noel, también. Y ya escribió su carta a los Reyes Magos, por supuesto.

Ángela es una mujer comprometida. En 2011 consumir es una obligación social para la que no cabe objeción de conciencia: sin consumo no hay producción y sin producción no hay crecimiento y sin crecimiento no bajará el paro. Sabe lo que tiene que hacer. La Navidad como mecanismo que emplean los países occidentales para favorecer la economía y sostener el Estado de bienestar.

Ángela es cristiana no practicante. Cree en Dios y conoce los mandamientos y el padrenuestro -la versión antigua- y la historia de Adán y Eva, y la de los panes y los peces, y muchas otras. Y cree en Jesús, aunque nunca llegó a entender el secreto de la Santísima Trinidad. Ángela es buena persona, no va a misa, pero es buena persona; le aburre, confiesa.

Con tanto ajetreo de escaparates y la búsqueda de suculentas viandas para Nochebuena, Ángela cae rendida en el sofá; es pronto, pero ya es de noche. Y se le aparece Jesús en persona, en el salón de su casa:

-Hola, Ángela -le dijo con voz pausada-, ¿sabes quién soy?

Jesús viste una túnica blanca y luce barba, inconfundible. Ángela, atónita, no sabe qué decir; lo ha reconocido, pero se quedó muda.

-Soy Jesús. Y todo este despliegue, todo este jaleo en el que andas metida es para celebrar mi cumpleaños -continuó algo resignado.

-Ya sé -responde Ángela, agazapada entre los cojines.

-Jamás imaginé que la cosa fuera a acabar así. ¿Es que ya nadie se acuerda de mí?

-¿Cómo que no? Mira allí, en el portal, estás entre el burrito y la vaquita...

-Ya, eso sí, vale, es un gesto, pero me refería -contestó Jesús molesto- a que no sé si queda alguien que valore todo lo que conseguí para la humanidad; te recuerdo que liberé a tantos de la esclavitud, fui el primero que dejó bien claro que somos todos iguales y lo importante de amar al prójimo.

-¿Sabes qué?, es que hoy en día ya tenemos de todo eso, es la base de la familia en las democracias modernas y está en las leyes -espetó Ángela muy segura de sí misma-. Sería como celebrar todos los días que sale el sol, algo ancestral y primitivo.

-Describes el éxito de mi mensaje; es perfecto, ves... Pero, entonces, ¿qué se celebra?

-La Navidad, que no te enteras -Ángela se embala-. Compramos, esperamos muchos regalos, comemos y bebemos, te cantamos villancicos y somos felices.

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