1.- Mi compañero, y sin embargo amigo, RicardoPeytaví, vecino en esta página, me llama para decirme que se han creado blogs que hablan de mí y que el ex seminarista maricón del digital de Las Palmas vuelve a meterse conmigo. Creo que estoy en el buen camino, porque varios desocupados lectores me advierten de que otros confidenciales de las islas -yo no suelo leerlos, me aburre mucho que hablen de mí sin conocerme- hacen lo propio. Si me fío del implacable contador de la Internet, joder, qué cantidad de gente me lee y me vota en este periódico. Estoy muy satisfecho y feliz. Bueno, he tenido algunos sueños. El más raro es que transito por un puente colgante, de madera, por la parte más ancha del río Guadalquivir, a la altura de Sevilla. Voy con alguien que luego desaparece. Cruzo el río y llego a una especie de edificio rústico y destartalado donde viven varias familias. Tengo coche (incomprensiblemente, porque no cabría en un puente colgante) y quiero largarme de allí pero, en vez de carreteras, sólo veo escalones. Y no puedo salir con el automóvil. Me veo atrapado y me siento un tanto claustrofóbico, aunque no paso miedo; sí tengo enormes deseos de irme.

2.- No sé si todo esto viene a cuento de que un amigo me cuenta que otro amigo se perdió el otro día, yendo de San Sebastián de La Gomera a Valle Gran Rey; porque resulta que el paisaje que vivía en el sueño era de frondas y de vericuetos, muy parecido al gomero. En los últimos tiempos sueño mucho y hablo en voz alta por las noches. No sé, padezco de cierta agitación. Espero que mis interpretadores habituales de sueños me digan algo sobre el significado del puente sobre el Guadalquivir. Qué cosas. Pasé parte de mi juventud en Sevilla. Fui a estudiar medicina, pero aquello no era lo mío. Mi padre me cortó el rollo a los dos años de estar allí y me trajo para acá con la promesa de estudiar lo que me diera la gana. Y ya ven donde estoy. Me gradué, me licencié y me doctoré en periodismo, que es una carrera en la que no hace falta ni graduarse, ni licenciarse ni doctorarse.

3.- Estas alucinaciones me resultan interesantes. Ahora escribo una historia de los años 50 y 60 que me llevará cincuenta folios. Es un interesante regreso al pasado. Posiblemente ello influya en los sueños, porque a medida que los voy recordando se me van apareciendo personajes que ya no están pero que significaron algo en mi vida. Aunque fuera poco. Para ilustrar esta historia cuento con las fotos de RogelioLannoy y de don ImeldoBaeza, uno de los mejores fotógrafos de la historia de esta tierra. Su hijo Imeldo me ha entregado algunas geniales. Sigo soñando, ya les contaré, aunque espero no meterme en sueños de once varas porque luego me afano en encontrarles las vueltas y sucumbo en el empeño. ¿Qué dirán de mí los blogs y el maricón de Las Palmas? ¿Me prohibirán soñar?