El cúmulo de obligaciones fiscales que tiene que cumplir el ciudadano, y no digamos el pequeño empresario o el autónomo, es inimaginable. Y menos en un país como el nuestro, en el que hay muy pocos ciudadanos que se desayunan leyendo los Boes, nacionales o regionales. Por esta razón, la inseguridad que se les crea a todos los contribuyentes crece, al ser unas leyes redactadas en léxico fiscal farragoso de dudosa comprensión y no digamos de conocimientos de aplicación. A veces da la sensación de que se hacen de esa manera o así para que siempre tengamos algo incumplido o su interpretación sea a discreción del legislador.

Por eso me sorprende tanto que amigos y pensadores de categoría, nivel y cultura basen a veces sus comentarios en que en este país hay una gran bolsa de fraude fiscal, y que corrigiéndola se solucionarían los problemas de la nación. Según este razonamiento, está implícito en la aceptación de las leyes y normas fiscales que muchos seamos obligados recaudadores del Fisco y que se nos pueda exigir lo que se le ocurra a cualquier jefe de rentas, o funcionario, o particular, que te valora, te aplica la recaudación y te la exige vía ejecutiva, y posteriormente judicial si no pagas; incluso flagrantes errores, algunos muy graves y conspicuos. La responsabilidad en los errores administrativos no está contemplada. ¿Quién calcula el pago de basuras, o el del IBI?, ¿quién valora su propiedad, con qué criterios reales, y que se sostengan en todo tipo de situaciones económicas? ¿O el rodaje, las tasas o las licencias o...? ¿Qué control tenemos los ciudadanos sobre el destino de estas partidas confiscatorias imposibles de pagar en tiempos como los actuales? ¿Qué capacidad tenemos de alegar en tiempo y en forma si las obligaciones de transparencia, comunicación e incluso silencios juegan siempre a favor de la Administración? ¿Tenemos que buscarnos todos para vivir en este país a un "asesor", que entrecomillo por no meterme en más charcos, y que en la mayoría de los casos recurrir, lo que es inútil, le cuesta dinero que no le paga el asesorado y entonces opta por asesorarte en que pagues todo lo que te piden, que es más fácil?

Créanme que jamás funcionará en este país, que por tradición tiene un serio respeto por la administración y por los cuerpos coercitivos, fruto de tiempos inmemoriales de absolutismos y dictaduras, una Hacienda o una Recaudación que no sea posible cumplir. Si hay fraude, en la inmensa mayoría de los casos es pequeño fraude de muchísimos que son incapaces de pagar, y que se sienten indefensos, confiscados e incautados. Los ricos de verdad no se arriesgan a defraudar y tienen todo bastante arreglado.

Claridad, transparencia, y fin de la sensación de inseguridad que nos proporcionan las administraciones en su afán de mantener sus privilegios, que se suma a la tremenda crisis que padecemos. Soluciones inmediatas exijo.

L. Soriano

Loros, vacas, buitres y pavos

España, hasta hace bien poco, ha sido, y en menor medida lo sigue siendo, el lugar donde más y mejores cuidados se les han dispensado a los loros. Esta afirmación se sustenta en que últimamente se oye con inusitada frecuencia la consabida frase "es el chocolate del loro". Por tanto, no es descabellado deducir que ingente cantidad de aves prensoras han sido alimentadas con ingentes cantidades de chocolate. En estos momentos en que las escuálidas vacas están ocupando todos los ámbitos de la economía, los dispensadores del chocolate, aferrándose al principio de la consabida frase, se piensan muy mucho a qué loros hay que retirarles la apreciada golosina. Mientras sí o mientras no, los loros siguen engordando con tan suculenta y nutritiva gollería.

Al tiempo que sucede lo anteriormente descrito, vemos abalanzarse ansiosos, hambrientos e implacables, numerosos buitres sobre los incautos, famélicos e indefensos pavos.

Manuel Villena Lázaro

(Granada)