Los candidatos y dirigentes políticos somos meros actores de reparto en estas elecciones generales y nos limitamos a desempeñar con mayor o menor acierto el papel que la sociedad nos encarga en cada momento. Los verdaderos protagonistas de la Política con mayúscula son los ciudadanos, sin quienes nada podríamos hacer.

Estoy convencido de que estas van a ser unas elecciones muy distintas y yo diría históricas, por lo que nos jugamos y por lo previsible del resultado. Estas serán las elecciones de la gente de a pie, una verdadera revolución de la normalidad.

Serán las elecciones de los desempleados y de quienes temen perder su puesto de trabajo; de los excluidos sociales; las elecciones de los mayores que vieron devaluadas sus pensiones, de los funcionarios que vieron rebajados sus sueldos, de los emprendedores que vieron cerrar sus negocios, de las familias sin ingresos y de quienes no llegan a fin de mes. Y todo eso producto de una política errante e iluminada de un zapaterismo mesiánico apoyado por el PSOE con la complicidad de Coalición Canaria.

Como ciudadano y como profesional de la medicina, lo veo todos los días en el hospital y en la consulta: la gente está con desconfianza y al borde de la desesperanza. Estas, por tanto, serán las elecciones de los sentimientos y la sensibilidad. En el Partido Popular lo tenemos muy claro, y por eso nos proponemos hacer una campaña austera a pie de calle, lo más cerca posible de quienes más nos necesitan, y no es una frase hecha, sino un compromiso.

Se acabó el tiempo de los engaños. Vivimos un momento muy diferente a todos los anteriores que nunca más volverán. Ninguna experiencia es comparable con esta situación. Demasiados ciudadanos están al límite de sus posibilidades, no solo económicas, sino también emocionales. Y cuando fallan las emociones el resto del organismo no puede funcionar correctamente.

A estas alturas de la crisis, no hay nadie en todo el país que tenga la menor duda de que será el Partido Popular el que pueda arreglar las cosas. Todos lo sabemos. Somos previsibles, como dice Mariano Rajoy. A unos les gustará más y a otros menos, pero todo el mundo conoce nuestras recetas y sabe que somos los únicos capaces de ponerlas en práctica de forma eficaz. En definitiva, crear confianza como factor principal para crear empleo.

Por eso, no es el momento de agobiar más a la gente con teoría política, sino de aliviarles con práctica económica, dejando al margen vanidades y egoísmos, para transmitir confianza en el futuro, y con transparencia recuperar la comunicación limpia y verdadera con los ciudadanos para conseguir su complicidad y compromiso.

Tenerife y Canarias no van a ser una excepción en ese cambio que ya empezó de la mano del Partido Popular. No vamos a quedarnos atrás en el proceso de recuperación económica, de regeneración institucional, y de regeneración social más ambicioso al que jamás se enfrentó nuestro país. Todo lo contrario, conozco muy bien a nuestra gente; los canarios somos un pueblo luchador que se crece en las adversidades, y estoy convencido de que las Islas volverán a estar en la vanguardia de la transformación.

Creemos en la ciudadanía, el bien intangible más importante de este país. Cuando se le deja y se le estimula con planes serios, esta ciudadanía siempre ha puesto al país en el lugar que se merece.

El Partido Popular será la voz canaria en Madrid. José Manuel Soria, los diputados y senadores, con la ayuda de nuestros compañeros de viaje, sumado a nuestro flamante eurodiputado Gabriel Matos, colaborarán en solucionar los grandes problemas que tiene nuestra comunidad autónoma de forma directa.

Lo he dicho públicamente esta misma semana: Coalición Canaria se olvidó de los canarios al vincular su futuro a los recortes del Partido Socialista y del peor gobierno de la historia de la democracia. Serán las urnas las que juzguen su error, pero mientras ese momento llega no debemos dejarnos engatusar como en el pasado.

Esta vez no van a engañarnos. Unos dirán que solo ellos son "la voz de Canarias"; otros intentarán asustarnos gritando "¡que viene el lobo!", pero estas Islas ya no aguantan más cuentos. Coalición no es la voz de Canarias, sino más bien el eco de Zapatero, carente de factores inhibitorios y con un concepto mesiánico de la política. Es el auténtico lobo de esta triste historia, que no solo vino, sino que, además, nos dejó con lo puesto. Ahora nos toca a nosotros volver a llenar la despensa de seguridad, ilusión y mucho trabajo.

El Partido Popular no viene a realizar recortes, los recortes ya los hicieron ellos-; nosotros venimos a realizar reformas, las reformas necesarias para conseguir que las cosas vuelvan a funcionar

No me cansaré de repetirlo: los grandes problemas de Canarias siempre han tenido soluciones nacionales y europeas. Los senadores y diputados del Partido Popular adquirimos hoy, de forma solemne, como hemos hecho siempre, el compromiso de representar y defender los intereses de las Islas allí donde realmente se toman las decisiones importantes.

Y lo haremos desde el Partido Popular, la organización política más grande de Europa, que sacará a nuestro país, junto con todos los ciudadanos, de la crisis y devolverá la ilusión y la confianza a nuestra sociedad.

Seremos mucho más que la voz de Tenerife y de Canarias en Madrid. Seremos el sentir de un pueblo mayor de edad, capaz de tomar sus propias decisiones, que no necesita padrinos ni intermediarios para conseguir lo que por derecho nos corresponde.

Quiero agradecer a la Dirección Nacional de mi partido la confianza que vuelve a depositar en mí para representar a Tenerife en el Senado. Gracias, también, a nuestro presidente regional, José Manuel Soria, por su apoyo y por adornarme con su amistad; a nuestro secretario regional, Manuel Fernández; a nuestro secretario insular, Manuel Domínguez, y de forma muy especial a mi amiga y presidenta insular, Cristina Tavío, porque sin su tesón, empeño, entrega y generosidad yo no estaría implicado en política. De corazón, muchas gracias, Cristina.

Lo repito mucho, ya lo sé y no me importa, pero es que realmente lo siento así: entiendo la política como un servicio a los demás, de la misma manera que para mí el trabajo supone un beneficio social y no un castigo de Dios.

A todos les entrego mi lealtad y mi trabajo, que nunca les fallarán. Nos equivocaremos porque somos personas normales, pero nunca seremos negligentes.